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Madrid
El conocido como “turismo de borrachera” está afectando seriamente algunos destinos españoles a los que acuden masivamente jóvenes europeos tentados por una diversión maratónica y el consumo de alcohol a bajo precio.
Magaluf, en la isla balear de Mallorca, es una de las poblaciones más perjudicadas por el comportamiento de estos turistas con edades que van de los 18 a los 24 años, en su mayoría británicos, pero también franceses, holandeses e italianos.
La embriaguez provoca que los jóvenes cometan todo tipo de desmanes en las calles donde se concentran los antros. En ocasiones, con un desenlace trágico. Comas etílicos, destrozos en el mobiliario urbano, peleas y escándalos a altas horas de la noche, y las calles repletas de desperdicios son algunas de las consecuencias de estas fiestas desmedidas que se realizan a diario. Las autoridades de Calviá, el municipio del que depende Magaluf, están adoptando iniciativas para recuperar su imagen de destino turístico apacible y conseguir que su vida nocturna deje de ser una pesadilla para el resto de los vecinos.
“Hemos incrementado las acciones de vigilancia y control en las zonas de ocio, con especial atención al consumo de alcohol en la vía pública, que está prohibido. También se restringe la venta de alcohol en tiendas y supermercados a partir de las 12 de la noche. Estamos también persiguiendo las promociones y ofertas agresivas de alcohol por parte de los establecimientos, como dos por uno, free bar o happy hour, que fomentan el consumo etílico desaforado”, señala a EL UNIVERSAL José Antonio Fernández, director general de Seguridad del Ayuntamiento de Calviá.
“También hemos modernizado las ordenanzas de convivencia para luchar más eficazmente contra los comportamientos incívicos y contra los modelos de cierto tipo de negocios que alientan este turismo”, agrega el responsable de la seguridad municipal.
Magaluf no es el único destino afectado por el “turismo de borrachera”, ya que otras localidades de la Costa Brava de Cataluña, como Lloret de Mar, también sufren los excesos de los jóvenes europeos que llegan a España para experimentar unas vacaciones desenfrenadas y que repiten año tras año, a pesar de las denuncias de los vecinos.
Viajar a España en vuelos low cost y con paquetes que incluyen el consumo de alcohol resulta en ocasiones más barato que hacerlo sin salir del país de origen, lo que constituye un aliciente para que los jóvenes se desplacen a las costas españolas durante los meses de verano o, incluso, los fines de semana.
El abuso del alcohol tiene su versión más trágica en el denominado balconing, una práctica altamente peligrosa que consiste en brincar a la alberca del hotel o del condominio desde los balcones de las habitaciones, que se usan también para acceder a otras recámaras o para escalar a los pisos superiores, lo que genera accidentes mortales.
En los últimos tres años, 16 turistas fallecieron al perder el equilibrio y caer al vacío mientras practicaban el balconing en estado de ebriedad.
“Se ha redoblado la vigilancia y la seguridad en los hoteles, que ahora expulsan al turista implicado en este tipo de acciones temerarias. También hemos establecido multas de 600 euros (680 dólares) para sancionar el balconing, que consideramos una infracción”, agrega el responsable de seguridad del ayuntamiento mallorquín.
Sin embargo, las multas y el reforzamiento de los controles en los hoteles no consiguen disuadir a los jóvenes turistas quienes, envalentonados por el alcohol, siguen arriesgando sus vidas ensayando esta peligrosa práctica.