Miami. Cuando el juez entre a la sala del Distrito Norte de Illinois este 9 de julio y Ovidio Guzmán Loera se levante para aceptar su culpabilidad ante cargos federales por tráfico masivo de fentanilo, cocaína, metanfetamina, armas de fuego y lavado de dinero, no será simplemente una audiencia más en el expediente penal del hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Será un antes y un después en la guerra de Estados Unidos contra el linaje Guzmán.
Según documentos judiciales, Ovidio Guzmán entregará a las autoridades información detallada sobre laboratorios de fentanilo, operadores financieros, rutas de tráfico hacia Arizona, California y Texas, así como redes de distribución en Los Ángeles, Atlanta y Chicago. Su testimonio se vincula directamente con el caso aún abierto contra su hermano Joaquín Guzmán López, quien por ahora mantiene una declaración de no culpabilidad, pero cuya defensa, encabezada por el abogado Jeffrey Lichtman, ha dejado entrever que también se busca un acuerdo de cooperación. “Ningún acusado en este país es inmune a la presión; y menos si su libertad depende de un testimonio estratégico”, declaró Lichtman en una entrevista. Iván Archivaldo Guzmán tampoco está fuera de la ecuación.
Las negociaciones no son simples. “Para los Guzmán, entregar datos de su organización, de su familia, es traicionar los códigos más profundos del Cártel de Sinaloa. Pero para Ovidio, desde el momento en que fue extraditado -en septiembre de 2023-, la opción es más que clara: cadena perpetua o colaboración” señala a EL UNIVERSAL el abogado experto Jaime Ortiz. En un documento firmado el 30 de junio, Ovidio expresó por escrito ante la corte de Nueva York, “deseo declararme culpable del delito imputado y consiento la disposición del caso en la Corte Norte del Distrito de Illinois…”. Las autoridades federales, por su parte, han sido cuidadosas en mantener un bajo perfil de Ovidio sobre los beneficios que recibirá y si será incluido en un programa de protección de colaboradores. Pero “queda claro que con su declaración -del 9 de julio- abrirá la puerta a una sentencia menor y a un posible testimonio contra otros altos mandos de su organización”, dice Ortiz.
De acuerdo con especialistas, el efecto inmediato se sentirá sobre Iván Archivaldo Guzmán Salazar, medio hermano de Ovidio e hijo también de El Chapo. Archivaldo es ahora el único Chapito en libertad y el jefe más visible de lo que queda de esa facción. La DEA lo considera el más violento de los cuatro hermanos y lo ubica en la cima de las operaciones transnacionales de tráfico de fentanilo. “Archivaldo opera con una estructura militarizada y ha mantenido el control mediante el terror. Pero ahora está cada vez más aislado”, declaró Anne Milgram, administradora de la DEA, en una sesión cerrada del Comité Judicial del Senado.
El acuerdo que se formalizará este martes incluye, según fuentes del Departamento de Justicia a El Universal, una reducción sustancial de condena a cambio de colaboración con evidencia sustantiva; ubicaciones de laboratorios de fentanilo en Culiacán y Badiraguato, nombres de cocineros, enlaces financieros en San Diego y Denver, registros de transferencias en criptomonedas, rutas de trasiego por ferrocarril en Chihuahua y códigos de comunicación interna, entre otras cosas. Y lo que se busca es hundir a sus propios hermanos: Iván Archivaldo Guzmán Salazar y Joaquín Guzmán López; y en segundo término, contribuir a cerrar el círculo legal en torno a su padre, Joaquín “El Chapo” Guzmán, ya condenado a cadena perpetua, pero aún con varios frentes abiertos.
Los fiscales que llevan el caso han dejado entrever que la cooperación de Ovidio tiene como objetivo inmediato reforzar con pruebas nuevas y contundentes los procesos judiciales ya iniciados contra sus hermanos. El Departamento de Justicia ya ha activado protocolos del Programa Federal de Protección de Testigos Colaboradores, conocido como WITSEC, para preparar una eventual reubicación de Ovidio tras su cooperación. Pero el costo es alto, su testimonio será usado para reforzar acusaciones no solo contra sus hermanos y su padre, sino contra una red más amplia “que incluye jefes de plaza, operadores en Estados Unidos, operadores en México y, eventualmente, otros miembros de la familia”, comenta el abogado especialista.
Pero, ¿por qué ir contra Joaquín “El Chapo” Guzmán quien ya cumple cadena perpetua en una prisión de máxima seguridad?, “el gobierno de Estados Unidos aún busca cerrar lo que considera un expediente inacabado. La fiscalía -estadounidense- quiere localizar y confiscar todos los bienes ocultos, descubrir si mantuvo comunicaciones posteriores a su condena y desmontar cualquier red financiera que siga operando en su nombre” subraya Ortiz.
Si los Chapitos caen, ¿quién llenará el vacío? Aquí entra una figura que desafía la lógica: Ismael “El Mayo” Zambada. Detenido desde julio de 2024 en El Paso, en una operación que muchos consideran resultado de una traición interna, el viejo capo, padre de la facción de los “Mayitos” y cofundador del cártel de Sinaloa, permanece recluido en una prisión federal en Virginia. Se ha declarado inocente. Sus audiencias son breves, pero cada una tensa el ambiente. La Fiscalía espera que, con el avance del caso de Ovidio, El Mayo se vea obligado a negociar, pero por el momento no ha cedido.
Hasta ahora, queda claro que el alcance del acuerdo con Ovidio no incluye a otras facciones como los “Mayitos”, la estructura que responde a Ismael “El Mayo” Zambada; ni al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), encabezado por Nemesio Oseguera Cervantes. Pero eso podría cambiar si la fiscalía lo considera útil y si Ovidio está dispuesto a ampliar su cooperación. Los vínculos entre los Chapitos y ciertos operadores de los Mayitos no son secretos. En zonas como Nayarit, Durango o Baja California, se ha documentado la existencia de células compartidas, corredores logísticos comunes y acuerdos de no agresión que podrían ser jurídicamente explotables.
Lee también Posponen al viernes 11 de julio audiencia de Ovidio Guzmán; se declarará culpable de delitos de narcotráfico
Asimismo, la existencia de intermediarios que han trabajado para ambas organizaciones, Chapitos y CJNG, podría permitir que, en una etapa posterior del proceso, Ovidio proporcione nombres que afecten a grupos rivales o aliados circunstanciales. El Departamento de Justicia, que ya ha utilizado esta táctica en otros casos, podría ampliar los términos del acuerdo si el testimonio de Ovidio se convierte en una herramienta útil no solo para cerrar el ciclo Guzmán, sino para debilitar a otras redes criminales activas. “La posibilidad de que esto ocurra depende del valor estratégico de lo que Ovidio tenga para ofrecer”, advierte el abogado Ortiz. En casos anteriores, “cuando otros capos decidieron colaborar, las sentencias se redujeron sustancialmente solo si la información fue considerada sustancial y verificable”, dice el especialista. Si Ovidio quiere reducir su condena al mínimo, la tentación de hablar más allá de su familia puede crecer.
A pesar de eso, la Casa Blanca no ha variado su hoja de ruta y acabar con los Guzmán es la prioridad, incluso si eso significa fortalecer temporalmente a sus rivales. Esa lógica de castigo simbólico por encima de la estabilidad operativa ha sido criticada por analistas en México, pero aplaudida por sectores conservadores de Estados Unidos, que exigen resultados rápidos y visibles. La audiencia de Ovidio será uno de esos resultados.
Lo que ocurra después es incierto. “Si Ovidio entrega suficiente información, su sentencia podría reducirse de cadena perpetua a 25 o incluso 20 años de prisión. Si Joaquín sigue su ejemplo, podrían convertirse ambos en testigos estelares. Si Archivaldo resiste, podría convertirse en el último hombre libre de un imperio en ruinas. Y si El Mayo mantiene su silencio, será el único jefe que no se dobló” concluye el abogado Jaime Ortiz.
En todos los escenarios, la caída de los Guzmán no significa el fin del narcotráfico, solo su mutación, porque mientras el presidente estadounidense, Donald Trump, colecciona victorias judiciales, los laboratorios siguen produciendo, los túneles, las avionetas, las lanchas, los contenedores siguen operando y las rutas se ajustan. No se trata de erradicar el crimen y la corrupción, se trata de gobernar su relato. Y en ese relato, el apellido Guzmán está por ser borrado del mapa, aunque las toneladas de droga sigan cruzando la frontera hacia la Unión Americana cada semana.