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Montevideo. Los centros de votación de Uruguay abrieron sus puertas el domingo y con ello dio inicio la segunda vuelta de las elecciones en las que los uruguayos decidirán sobre su próximo presidente, en un balotaje entre el candidato oficialista de la coalición encabezada por el Partido Nacional, Álvaro Delgado, y el opositor Yamandú Orsi, del izquiedista Frente Amplio.
Unos 2,7 millones de uruguayos están llamados a las urnas después de que ninguno de los dos contendientes alcanzara la mayoría de los votos para ganar en la primera vuelta de los comicios celebrados hace un mes.
En la contienda electoral del pasado 27 de octubre, el Frente Amplio de Orsi fue el bloque más votado y se aseguró el 44% de los votos, al paso que Delgado se alzó con un 26,8% de los apoyos.
Sin embargo, el aspirante oficialista deberá contar con el respaldo de los demás partidos de la coalición gobernante de centroderecha, formada en 2019, para conseguir la transferencia de votos. Entre ellos, cuenta con el tradicional Partido Colorado, la tercera mayor fuerza política del país.
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La campaña electoral para estos comicios estuvo marcada por una inusual apatía del electorado y, así como sucedió hace un mes, se prevé que los indecisos sean fundamental para el desenlace, ya que cerca del 10% de los uruguayos todavía no ha definido su voto.
Las encuestas apuntan hacia una disputa pareja: de un lado, Orsi, de 57 años y heredero del histórico José “Pepe” Mujica, confía en la fortaleza del histórico del Frente Amplio, que gobernó entre 2005 y 2020, para devolverle el poder a la izquierda tras cinco años de ausencia.
Al frente, Delgado apela a la buena imagen de Lacalle Pou para convencer a los electores sobre la permanencia de la gestión y se apuntala en su experiencia “interna” en el gobierno, donde actuó como secretario de la Presidencia.
Como es habitual, el expresidente “Pepe” Mujica, de 89 años y quien se recupera de un cáncer en el esófago, fue uno de los primeros en depositar su voto. El exmandatario llegó a su circuito, ubicado en la escuela número 149 del Cerro de Montevideo, apoyado por un bastón y tuvo que esperar cerca de diez minutos hasta la apertura de las urnas.
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Tras sufragar, Mujica alabó la solidez del proceso electoral en Uruguay y remarcó la importancia de conservarla en las futuras generaciones.
“Uruguay es un país pequeño, pero se ha ganado un reconocimiento de ser estable, de tener una ciudadanía que respeta las formalidades institucionales. No es poca cosa en nuestra pobre y golpeada América Latina”, expresó a los periodistas. “Los jóvenes sean conscientes de eso. Costó muchísimo aprender y generar eso”.
Sobre el resultado de los comicios, el expresidente evaluó que, independiente del ganador, “seguramente el gobierno que venga va a tener que tener capacidad de crear un clima que permita acercarse y negociar”.
"En el transcurso de la campaña electoral se exacerban los ánimos, pero cuando haya que gobernar, con el dibujo parlamentario que tendremos, se le va a imponer al gobierno la necesidad de negociar", agregó.
Los dos bloques llegan al balotoje en paridad de condiciones, con una leve ventaja de Orsi, quien aunque terminó primero en los comicios de octubre, quedó detrás de la suma de los partidos de la coalición (47%) que compitieron por separado.
Las encuestadoras hablan de un “empate técnico” y advierten que la diferencia final podría ser incluso menor que cuando Lacalle Pou batió al candidato frenteamplista Daniel Martínez en 2019, con una ventaja por debajo de los 40 mil votos.
Las ceñidas proyecciones hicieron que los dos aspirantes presidenciales intensificaran sus campañas, pero con estrategias distintas. Orsi trató de sacarle votantes a los socios menores de la alianza oficialista; Delgado adoptó la maniobra contraria y se ha esforzado por “fidelizar” los apoyos de su coalición.
Con 20 años de experiencia política, Orsi hizo hincapié en su promesa de gobernar con una izquierda renovada, centrada en la redistribución de los ingresos para impulsar el crecimiento económico. Asimismo, propone incentivos para revitalizar las actividades esenciales del país, como la agropecuaria, la industria, el turismo y los pequeños negocios, además de haber adoptado un discurso más amigable hacia los mercados.
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Delgado, un veterinario de 55 años y con larga trayectoria en el Partido Nacional, trató de catapultar su cercanía con el mandatario y ha insistido en ser la cara de la “continuidad”. Defiende una mayor apertura económica del país y, así como su rival, aboga por impulsar el crecimiento tras la desaceleración experimentada por la pandemia de covid-19 y una histórica sequía, pero a través de reformas para un Estado más "eficiente".
Ante la incertidumbre, para esta etapa final de la carrera electoral ambos contendientes contaron con apoyos de peso.
Si hasta ahora tanto Mujica como Lacalle Pou tuvieron un papel más tímido y se mantuvieron al margen de la arena política, durante la campaña para esta segunda y crucial vuelta ambos ocuparon un rol protagonista a favor de sus respectivos ahijados políticos.
"Apuesto con todo el alma a Yamandú", dijo el expresidente Mujica (2010-2015) en un vídeo de cierre de campaña. “Es nacido de un trabajador común y corriente. Y representa, precisamente, el tipo medio de lo que es el Uruguay”.
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Por su parte, Lacalle Pou, quien no puede postularse a la reelección y tiene prohibido hacer campaña electoral, ha ensalzado en actos públicos los logros y puntos altos de su administración para así respaldar la candidatura de su delfín político. Este domingo, recibió a su delfín político para una reunión informal en su domicilio antes de que Delgado se trasladara a su centro de votación.
“Me vino a dar un abrazo como amigo, siempre estamos juntos en esta”, dijo el actual mandatario en breves declaraciones a los periodistas.
ss