“Las que nos dedicamos a esto no tenemos patrón, prestaciones, seguro, aguinaldo ni nada, así que no queda de otra más que trabajar”, dice Melissa, una de las sexoservidoras que ofrecen sus servicios en redes sociales.
A ella no le preocupa el Covid, y aunque toma sus medidas de seguridad, prefiere arriesgarse un poco para tener efectivo y así pasar estas fiestas decembrinas con su familia.
Quienes ofrecen servicios sexuales no les piden a sus clientes algún certificado o les toman la temperatura antes de un encuentro. Aseguran que nadie se arriesga a salir si sabe que tiene el virus.
“De mis amigas o con las que tengo contacto, nadie se ha contagiado, de eso estamos seguras porque nos avisamos, por prevención, al menos haciendo la chamba no nos hemos contagiado, es más probable que te infectes en el súper o en el Metro”, advierte.
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“No tomamos la temperatura, sólo ofrecemos gel y como siempre lo hemos hecho: nada de abrazos ni besos, sólo sexo. El asunto es que no tenemos otra opción de trabajo, menos ahora que todo está cerrado. Nos tienen olvidadas, sin apoyo de nada y pues ahora ni de edecán [se puede trabajar] porque están cerrando temprano y no contratan”, explica.
“Ustedes pueden ser una fuente constante de contagio, ¿no han pensado en eso?”, le preguntó EL UNIVERSAL.
“Pues sí, pero qué hacemos”, contesta la entrevistada en una red social, al tiempo de revelar que el acuerdo con los moteles de paso, donde concretan sus reuniones, es que las habitaciones sean constantemente desinfectadas y ellas, en todo momento, deben portar cubrebocas y les toman la temperatura una vez al día, por lo menos.
“A los clientes los revisan en el hotel antes de entrar, los obligan a usar cubrebocas, les dan gel y les toman la temperatura. Por eso ninguna de las que conozco van a departamentos, también estamos conscientes del riesgo y que ponemos en peligro a nuestras familias”, detalla la joven de 25 años, quien dice que durante la pandemia los servicios sexuales no disminuyeron, por el contrario, fue cuando más requirieron sus servicios.
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“Creo que esta nueva cuarentena puede ser buena para el negocio. En abril, por ejemplo, tenía muchos servicios a domicilio, cuando se normalizó todos regresamos a los hoteles y, por lo que veo, vamos a tener que regresar a las casas. La gente no ha dejado de pedirnos servicios”, subraya la entrevistada.
En las calles la situación es la misma. Sobre Tlalpan o en la zona de la Merced, ni el Covid ha mermado la prostitución, la cual se ejerce sin el mínimo control sanitario.
Sobre Tlalpan, por ejemplo, por las noches, la fila de vehículos —a la altura de la estación Nativitas del Metro— es enorme para un servicio “rápido”. Por otro lado, algunos moteles de la misma avenida se han adaptado a la nueva normalidad, pues ofrecen espacios por 200 pesos la hora. La única condición es permanecer de pie, para no tocar el mobiliario o ensuciar sábanas y así evitar contagios.