A una hora de salir de trabajar del Centro de Control del Metro, que se incendió el pasado sábado, Juan Martín Cabrera Garnica, de 55 años, quien desempeña el puesto de regulador, pasó los momentos más difíciles de su vida, por lo que tomó la decisión de despedirse de sus familiares, al creer que su vida terminaría entre el fuego.
“Ya estábamos a una hora de terminar nuestro turno, eran las 5:15 de la mañana, cuando empezamos a escuchar una alarma, al principio pensábamos que era la alerta de sismos, pero entonces alguien dijo que estaba saliendo humo de los tableros del despacho de carga, después se escuchó un aspersor de agua y comenzó a salir mucho más humo”, relató Juan Martín luego de recibir el alta médica.
Desesperados por no saber lo que ocurría, Cabrera Garnica, —perteneciente al área del Centro de Control desde hace 34 años—, y sus compañeros tomaron la decisión de abandonar sus puestos en el quinto piso de dicho edificio localizado en la calle de Delicias 67, colonia Centro; sin embargo, ya habían pasado varios minutos y el humo ya había invadido los pisos debajo de ellos, por lo que tuvieron que cambiar de dirección.
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“Al ver que todo estaba lleno de humo, decidimos tomar las escaleras de emergencia y subir hacia la azotea, pero una vez arriba, no pasó más de un minuto cuando también comenzó a llenarse de humo la zona en la que estábamos, sentíamos que nos ahogábamos.
“Desesperados, buscamos un lugar más seguro y terminamos en una estructura donde teníamos que pararnos en una viga de unos 10 centímetros de ancho, un paso en falso y corríamos el riesgo de caer al vacío”, cuenta.
Al verse acorralados y que no llegaban los servicios de rescate, Juan Martín y sus 15 compañeros comenzaron a llamar a sus familiares para despedirse.
“Yo sentía que ya no la libraba, llamé a mi esposa y a mis hijos para despedirme, les dije que los quería mucho y que posiblemente ya no los iba a ver, porque se estaba incendiando el edificio y estaba atrapado. Fue una llamada muy triste, yo sólo pensaba que ya no los iba a volver a abrazar”, recuerda con la voz entrecortada el trabajador.
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Finalmente, y tras una hora y media, aferrándose de la viga con la fuerza que le quedaba, el trabajador y sus compañeros fueron rescatados por los bomberos con una grúa telescópica, para después ser llevados a un hospital, donde fueron atendidos.
Pese a la situación tan complicada, Juan Martín grabó varios videos de ese momento tan difícil que vivió.
“Afortunadamente supimos cómo actuar, el mayor tiempo mantuvimos la calma, eso nos ayudó muchísimo. En el hospital nos revisaron y nos dieron oxígeno; en verdad nos fue bien, supe que otros compañeros de otros pisos más abajo los tuvieron que intubar y estaban graves. Ahora, sólo queda agradecer”, asegura con tranquilidad.