En medio de los puestos de la calle República de Argentina, en el barrio de Tepito, los comerciantes comienzan a “tirar cura” cantando los primeros versos de Ella Baila Sola, de Eslabón Armado y Peso Pluma. Lo hacen frente a Reynen Chirino, que enfunda su cara con unos lentes negros cuadrados y toma una bolsa de imitación para mostrársela a un cliente.
Reynen usa el corte característico del cantante de corridos tumbados con más popularidad en la actualidad, Peso Pluma, por eso, cada que pueden sus compañeros le cantan “compa, ¿qué le parece esa morra?, después ríen, para mostrarle su amistad, como se hace en el barrio.
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El acento del joven es inconfundible en medio de los gritos de “llévele barato, jefa”, “se lo muestro sin compromiso”. Reynen dejó su natal Venezuela y llegó a Perú donde estuvo durante un año, luego llegó hasta la Ciudad de México, donde lleva tres meses viviendo.
Mismo tiempo que se ha desempeñado como comerciante en el barrio de Tepito, gracias a su amigo Emiliano, su compatriota que arribó con la caravana de 2023.
“Llegué aquí, también estaba en Perú, pero duré un año, de ahí comencé a trabajar en 20 mil cosas y me vine para acá, todo chido. Ya no me voy, está chido, me gusta la comida también, tortas, tacos, burritos”, dijo.
Emiliano llegó en enero de 2023 y ya cumplió un año en la Ciudad de México. Lo deportaron de Estados Unidos y se quedó aquí.
Actualmente, Reynen y Emiliano viven en la colonia Guerrero. Incluso las bromas de los comerciantes capitalinos involucraron a Emiliano, pues comenzaron a decirle: “Este ayer coronó con una mexicana, por eso esa sonrisa”.
“Naaaa, aquí en México nos gusta, nos gusta a los dos. Ya nos vamos a quedar aquí a vivir. Ahorita nuestro patrón nos ayuda, nos echa la mano aquí”, comentó.
La calle de Argentina, que colinda con el barrio de Tepito y la zona Centro de la capital, es señalada por los propios comerciantes como un área en donde más migrantes han encontrado trabajo, y, en general, en dichas zonas comerciales ya se puede ver a varios de ellos.
Mientras comía una gordita de masa y el relleno de algún guisado típico mexicano, una mujer señaló “ya están en todos lados [migrantes] y está bien, llegan a chambear”.
Como Reynen y Emiliano, el Centro y Tepito, los puestos ambulantes, locales y hasta de chinos, han sido la puerta para tener un ingreso en la capital del territorio nacional.
Durante un recorrido se pudo constatar que hay cubanos, haitianos, venezolanos. A la mayoría de ellos no les gusta hablar sobre sus aspiraciones, si el barrio bravo se volvió su nuevo hogar o si aún tienen en mente llegar hasta Estados Unidos.
Un migrante cubano pone sobre la espalda de los compradores un aparato que por medio de vibraciones aligera la carga muscular, masajea. Lo promociona con ímpetu, mientras su compañero mexicano lucía aburrido observando su teléfono celular.
Sin dar su nombre e, incluso, ocultándose entre las cajas, contó que para él su objetivo sí es cruzarse hasta Estados Unidos, y no permanecer en México, pero por ahora, Tepito le ha asentado bien.
Pero no todos reían en la calle de Argentina, como es el caso de un extranjero en un local chino, en donde el propietario lo mantenía vigilado y solamente podía seguir en silencio a los clientes para conseguir una venta.
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