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Los delincuentes han encontrado en las centrales de camiones el nicho perfecto para cometer sus atracos. Sus víctimas son mujeres, jóvenes y adultos de la tercera edad que, entre el tumulto y el descuido, son despojados de bolsas de mano, carteras, teléfonos celulares e incluso de dinero en efectivo sin que nadie se percate de nada.
Con base en las denuncias recabadas por la procuraduría capitalina, los robos se concentran en la TAPO y en la Central de Norte, donde a decir de las investigaciones recientes, operan bandas delictivas dedicadas a robar a todos los que aprovechan estos días para visitar sus lugares de origen.
Recorren los pasillos y esperan el momento justo, cuando hay más gente esperando subir a los autobuses, para tomarlos descuidados y robarles.
El caso más reciente, asentado en la carpeta IZP-9/UI-3S/D/021059/12-2019, detalla que una pareja de adultos mayores que se dirigían a Michoacán fueron interceptados dentro de la Central de Norte. Sujetos los amagaron con armas de fuego y los “arrinconaron” en uno de los pasillos y les quitaron 8 mil pesos.
Los delincuentes golpearon a un hombre de 75 años, quien intentó defender lo que dijo “era todo lo que tenía para pasar el fin de año con su familia”.
Los atracos más frecuentes se registran en las inmediaciones de la TAPO. Los afectados detallan que esto se debe principalmente a la falta de vigilancia del lugar, pues aunque luego la pareja pidió a “gritos” ayuda, ni un oficial de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) ni privada se acercaron a prestarles auxilio.
Otro caso es el que quedó asentado en la carpeta de investigación FVC-VC-1/UI-2S/D/2002/12-19, que deta lla que a una persona de 66 años de edad le fueron hurtados 8 mil pesos de una tarjeta bancaria.
Como esta denuncia se han anexado por lo menos otras cinco averiguaciones más, sólo durante el mes de diciembre y en el mismo sector.
Los afectados incluso declararon que quienes fungen como acomodadores de vehículos en la entrada de la central roban todo lo que pueden de los autos.
La procuraduría local ha determinado que son varios grupos los que operan de manera improvisada dentro de la TAPO, pues aprovechan el gran número de vacacionistas que llegan o salen a ese lugar, que no está vigilado, pues en los alrededores —a decir de los afectados— no hay una sola patrulla.