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Tres disparos de arma de fuego no pueden pasar desapercibidos en el interior del restaurante Suntory, menos proviniendo de un comensal. Adentro se produce un silencio que cualquier ruido extraño rompe con la naturalidad del negocio.
Suntory está dividido y los clientes frecuentes, como Jesús Hernández Alcocer, imputado por el asesinato de la cantante Yrma Lydia, saben a dónde dirigirse: a los privados donde no hay cámaras, según contó un cliente.
En su reapertura este martes, luego de permanecer asegurado por la autoridad investigadora desde el jueves 23 de junio, la gente arriba como si nada, los clientes ingresan y entablan diálogos con los meseros.
La zona de bar muestra un gran ventanal donde se ve una fuente japonesa. La música del piano es baja y una vez que el músico termina la partitura, sus compañeros de trabajo le dicen, también en voz baja: “Maestro”, y le aplauden.
EL UNIVERSAL visita el restaurante y encuentra que la operación no se modificó después del feminicidio, nadie revisa a las personas que ingresan, así que si uno porta un arma de fuego, nadie lo notaría.
“Después de lo que pasó ya abrimos”, dice un mesero mientras lleva una bebida. En la zona de restaurante uno puede elegir dónde sentarse: tradicional o teppanyaki, nadie te habla de los privados, sólo los clientes frecuentes saben de ellos. Durante la estancia de este diario, un sujeto arriba con un arreglo y un gran globo, los meseros lo toman y se dirigen a un cuarto.
Los precios son altos para una comida común. Constantemente los trabajadores te observan, detectan quién no es asiduo al lugar y más si el atuendo no es acorde a las circunstancias, la mayoría viste formal.
“Visa o American Exprés”, pregunta de inmediato el mesero al momento de pagar la cuenta, no importa si ésta consistió en dos bebidas y una entrada o en unas almejas a la mantequilla, un teppanyaki, sushi o salmón.
Al salir, te siguen observando, un saludo como si estuvieras en Japón te anima a salir sonriendo, enfilar hacia la puerta repleta de personal de seguridad por si alguien comete un crimen y pretende salir huyendo.
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