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En esta ocasión, a diferencia de otros sepelios, las lágrimas eran de furia, rabia e impotencia. Todo eso superó el dolor que aún estaba presente entre los amigos y familiares de Fernanda Olivares, Polly.
Su hermana Casandra estaba inconsolable, al igual que los padres de la joven; una tía y una prima fueron los encargados de coordinar todo, desde el velorio hasta el último adiós que le dieron en el panteón Dolores.
No hubo tiempo para atender a los reporteros, que se mantuvieron al margen, tampoco para acatar las recomendaciones impuestas por los encargados y las autoridades del cementerio, pues entre amigos y familiares se superó la capacidad permitida y a muchos no les dieron permiso de ingresar. Por minutos provocaron un caos sobre la avenida Constituyentes hasta que entró la cordura, “ni en su último momento le podemos dar un poco de paz”, espetó uno de sus tíos, luego de discutir con los empleados del panteón.
Frente al féretro, amigos cercanos a la joven le prometieron que su crimen no quedará impune y que el responsable, Diego Armando, “pagará con sangre” su asesinato, al dejar en claro que la cárcel no bastará para él: “Se ha salvado, se ha salvado el perro ese, pero en cuanto lo suelten al área común, la va a pagar”, dicen sus amigos mientras lloran postrados en el ataúd de la víctima.
Agotados por el dolor y el llanto de varios días y todavía con la pesadez de recibir abrazos, condolencias y palabras de aliento, que en ese momento no servían de nada, fueron escoltados los padres y el primer círculo familiar de Polly.
En medio del dolor pidieron respeto para no entrevistarlos en los últimos instantes de estar con su hija. Luego de más de 20 días, aún no creen lo que pasó.
“Apenas antier dio muestras de que mejoraba, no sabemos cómo pasó todo tan rápido, sé que tenía a varios médicos particulares incluso, pero no se pudo hacer nada. Ya nos habían dicho que estaba mal, muy mal por las lesiones, pero nosotros nunca perdimos las esperanzas; hicimos una cadena de oración, todas las noches orábamos por ella y ni modo, Dios se la quiso llevar y creo que fue lo mejor, ya estaba sufriendo de más”, comenta sollozando una de sus primas.
En el panteón, los cercanos a la víctima debatían también qué sería justo para la familia y el imputado. Él ya está en prisión esperando sentencia por los delitos de feminicidio y tentativa de feminicidio.
“Merece lo mismo, si no, no hay justicia para nadie y esto va a seguir pasando, cualquiera nos puede matar y tranquilamente se va a la cárcel y nosotras, nuestra familia, qué pasa con todo eso”, declara una de las primas.
“Tengo amigos y familiares ahí donde está preso, la va a pagar, juro que la va a pagar. Ahí ni su papá ni nadie lo va a poder defender, se va a arrepentir de estar vivo”, refrenda otra familiar que mantiene la idea de tomar represalias desde prisión contra Diego Armando, el responsable del homicidio de Polly.