Desde hace 11 días, el plantón de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en el Zócalo capitalino y calles aledañas, alcaldía Cuauhtémoc, ha modificado por completo la rutina de Airé Concepción, persona con discapacidad visual, quien cada día tiene que enfrentarse a un nuevo obstáculo que va desde una casa de campaña hasta una bolsa de basura.
“Nos cambian por completo el camino, nos caemos, nos tropezamos o luego los mismos maestros nos empujan”, cuenta Airé, quien desde hace más de una década recorre parte del Centro Histórico para surtirse de mercancía, apoyada de su bastón guía, por lo que tiene perfectamente delineado su trayecto.
Dice que cualquier objeto que no tiene previsto puede desorientarla y retrasarla hasta una hora, obligándola a buscar nuevas rutas.
Desde el pasado 14 de mayo maestros de las distintas secciones de la CNTE instalaron un plantón en la plancha del Zócalo capitalino y en las calles aledañas del Centro Histórico para exigir la suspensión de la Ley del ISSSTE de 2007, así como un incremento salarial. Aunque han realizado bloqueos en las terminales del aeropuerto y en distintos puntos de la Ciudad de México, desde hace 11 días permanecen en el Centro.
La vendedora de mallones, ventiladores y productos de novedad cuenta que cuando transita por las calles de 16 de Septiembre, Tacuba, 20 de Noviembre o Palma —donde los maestros han cerrado con cordones y mantas— y busca con su bastón las bajadas, banquetas o topes que la llevan a su destino, se encuentra con cartones, mesas de plástico, diablitos, bolsas de basura, tiendas de campaña y hasta personas que no la dejan pasar.
Señala que cuando les dice que le den permiso “se enojan y se ponen bien agresivos, nos empujan o nos avientan y nos dicen que por qué nos van a dejar pasar. Es feo decirlo pero sí hemos tenido problemas”.
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Otro comerciante, Gersaín, quien también tiene discapacidad visual, ha tenido que modificar sus rutas para llegar hasta su lugar de trabajo en la calle de Palma, lo que es “una tarea muy difícil para nosotros”.
“Se ponen donde quieren y uno no sabe qué hacer bien en ese momento para poder ir adelante”, dice.