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Metepec, Méx.— En los municipios del Valle de Toluca cada vez más artistas plásticos, muralistas y diseñadores han tomado las calles de zonas consideradas inseguras, con el fin de darles otra imagen.

Para Rafael de León García, este trabajo, que parece haber regalado, en realidad es una forma de devolver a su ciudad natal un poco de lo que le ha entregado.

Este joven, originario del Pueblo Mágico de Metepec y que apenas rebasa los 20 años de edad, es diseñador industrial y muralista. Platica que siempre soñó con tener la libertad para desarrollar su talento y que los demás pudieran gozar de él. No por un asunto de egolatría, sino porque piensa que el color y las formas en las que traduce sus ideas son una forma de transmitir al mundo que siempre hay mucho más a lo que aspirar.

“Las intervenciones en las calles son una alternativa para poder incidir positivamente en la comunidad, contribuir a mi país (...) Es como ir de lo particular a lo general, es la vía para enviar un mensaje positivo”, explica.

En sus murales usa colores relacionados con las raíces indígenas de las etnias mexicanas. Entre las figuras que prevalecen en sus obras están el Sol, la Luna y los eclipses.

“Es un poco hacer la difusión sobre el consumo de artesanías, rescatar las tradiciones (...) Es complicado que la gente valore este tipo de arte, porque desgraciadamente no estamos muy acostumbrados a consumir obras callejeras”, dice.

Mientras muestra uno de sus recientes trabajos, explica que para algunos este tipo de acciones pueden perjudicar la imagen urbana.

“La gente lo confunde mucho con el graffiti, los tags (...) Cuando voy a pedir un muro piensan que es para eso, pero no es así”, agrega.

Sus obras resaltan porque utiliza tonalidades de amarillo, azul y fucsia que hacen imposible que se pierdan entre la urbanización de la región. Su propuesta, especialmente en Metepec, busca fomentar el respeto por la cosmogonía de los antepasados.

Rafael se distingue por su forma de caminar y el trato afable con la mayoría de las personas con las que se encuentra. Su calidez se refleja en sus pinturas, algunas superan los tres o cuatro metros de altura y los 3.5 metros de ancho.

También realiza obras en locales o casas particulares, pues de esos trabajos puede pagar las intervenciones gratuitas.

“Siempre es bueno nutrirse de ideas, de comentarios, muchos de los murales van enlazados de historias que la gente platica”.

Rafael dice que los murales no son un lujo ni lo hace sólo para que se vea bonita la ciudad, indica que su trabajo busca dejar una herencia para que las nuevas generaciones comprendan cómo se conformó esta sociedad.

“Es una forma de explicarles a los que vienen, cuando nuestra civilización se extinga, lo que vivimos y cómo lo sentimos”, expresa.

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