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“No es complicado porque lo hago con fe, ella me ha dado mucho y esfuerzo”, aseguró Bernardo, mientras sus compañeros lo animaron a continuar el camino hacia La Villa.
Bernardo recorrió la Calzada de Guadalupe de rodillas cargando una imagen de la virgen morena en la espalda. Comentó que el año pasado había prometido llegar al templo mariano, pero rompió su promesa; en esta ocasión decidió cumplir con su peregrinación.
Como cada año, familias, amigos y grupos de peregrinos llegaron al cerro del Tepeyac, en la alcaldía Gustavo A. Madero, desde las primeras horas de ayer para festejar a la Virgen de Guadalupe en el 494 aniversario de su aparición, este 12 de diciembre.

Algunos avanzaron de rodillas, otros descalzos, y grupos se juntaron en la explanada de la Basílica para danzar, cantar y rezar a la Morenita del Tepeyac para agradecer por los milagros cumplidos.
Los integrantes de la familia Hernández realizaron su peregrinación, desde Tlalnepantla, descalzos y cargando figuras de la Virgen de Guadalupe.
Gloria Hernández relató que ha hecho el recorrido durante 10 años con su familia, entre ellos su nieto de tres años.
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“Tomo medicamentos, por mi corazón, entonces siempre le pido [a la Virgen] que me dé salud y más años de vida”, apuntó.
A lo largo del camino, cada vez, iban sumándose más peregrinaciones al Tepeyac.
Desde Ahuacatlán, Puebla, un grupo de danzantes llegó a la Basílica de Guadalupe con trajes típicos e instrumentos musicales, con la intención de bailar los sones de sus regiones, entre ellos Jessie, de 12 años. “Me gusta porque vengo con personas que quiero y puedo agradecer a la virgen”, comentó.
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Fernanda Sosa caminó la Calzada de Guadalupe cargando las cenizas de su abuelo desde el Ajusco, quien falleció hace 11 años; es su primer año en peregrinación.
“Estoy trayendo al que fue como mi papá, como él quería, quiero llorar porque es muy emocionante”, expresó.
En el atrio de la Basílica, entre figuras de la Virgen de Guadalupe, cobijas y maletas, Itzel Osorio, originaria de Puebla y de 19 años, descansó en una tienda de campaña, después de un día de peregrinar. Lleva dos años realizando el recorrido a La Villa acompañada por un grupo de amigos.
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Explicó que lo más difícil del camino es pasar las montañas entre el frío y con hambre; sin embargo, mencionó que la fe se vuelve algo importante para poder terminar su camino. “Con fe se puede, con eso y con los paisajes”.
A Silvano le amputaron la pierna hace casi un década y aún con muletas camina desde Valle de Chalco a la Basílica de Guadalupe para agradecer los favores recibidos en el último año.
Salió de su casa cercana a la Caseta Vieja de la autopista México-Puebla antes de las 8:00 de la mañana para llegar al Templo Mariano con un sólo propósito: pedirle por su salud y a cambio de eso prometerá ir el siguiente año a pagar esa manda religiosa.
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“Dicen que estoy loco por ir así con muletas a La Villa todos los años, pero yo tengo mucho que agradecerle y mientras pueda lo seguiré haciendo, mi fe por mi virgencita es más fuerte que todo”, relató Silvano.
La devoción por la Morenita del Tepeyac no sólo es de los mexicanos, varios migrantes que han llegado a los municipios del oriente de la zona metropolitana en los últimos años se han contagiado de esa adoración.
Mayté y sus dos hijas llegaron procedentes de Venezuela y se establecieron en Valle de Chalco desde donde salieron para caminar por la autopista junto con otros miles. “Claro que tenemos que agradecer y mucho, llegar a este país con vida y sobrevivir a todo lo que pasamos y seguir adelante es una bendición, por eso vamos a La Villa de Guadalupe a darle las gracias en persona”, enfatizó.
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