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Ricardo Camacho Álvarez lo perdió todo desde su ingreso al Reclusorio Norte. Su esposa se marchó y sus negocios desaparecieron. Esto mermó su ánimo, hasta el punto en que no funcionaba incluso para las actividades que sabía hacer para ganarse la vida allá adentro.
Uno de sus compañeros de dormitorio lo instó para que ingresara al taller para la elaboración de inflables, que desde 2023 buscaba ser parte del programa de reinserción para el Sistema Penitenciario de la Ciudad de México.
Hoy, a un año de su operación, las 45 personas privadas de la libertad que trabajan en este espacio y cuyos productos son exportados a Estados Unidos no sólo aspiran a su reinserción, sino que tienen un empleo que pueden seguir realizando fuera de prisión.
Para Ricardo, ingresar a este taller implicó dos retos: primero, su estado emocional y el segundo, dejar de ser su propio jefe.
“El estar aquí fue un proceso de aprendizaje. Yo allá afuera estaba acostumbrado a tener mis propios negocios, a ser mi propio jefe, entonces yo era muy renuente para trabajar para una empresa. Llegar aquí fue someterme a mí mismo y aprender a trabajar en equipo”, relató.
Un grupo de 45 internos del Reclusorio Norte han encontrado en la manufactura de estos productos una opción de reinserción social y trabajo, bajo el acompañamiento de una empresa privada
Ricardo tuvo que cambiar hábitos para poder ingresar a trabajar a esta empresa, aprender a respetar jerarquías.
“Yo tuve un problema emocional, más que nada, antes de llegar aquí [talleres de inflables]… mi amigo Martín, que está acá, me dijo que entráramos a trabajar en mantenimiento para la institución. Entonces llegó la empresa… y ya yo empecé como instalador de toda la red eléctrica”, contó.
“Ambiente empresarial”
El trabajo de Ricardo fue fundamental para que hoy los 45 compañeros estén laborando en estos talleres conformados por varias máquinas. en las que van armando cada pieza, que en su conjunto forman los inflables.
Ahora con un trabajo, dijo, las cosas fueron componiéndose; también llegó una pareja a su vida con la que se volvió a casar.
Cuando termina su horario laboral en los talleres, se sume en otro trabajo que le da el Sistema Penitenciario en materia de herrería.
De ahí se va a su estancia, habla por teléfono con su esposa. Señala que estos trabajos lo ayudan a estar tranquilo, desconectado, con la vida de un interno.
“Es un ambiente completamente empresarial aquí, entonces el trato es diferente, ni te tratan como en los demás talleres… Aquí eres parte del grupo de trabajo, con tus jefes. Yo les comentaba que nos están malacostumbrando, porque aquí sí hay días festivos, existen vacaciones, entonces es diferente, te acomodas a una vida social, vamos a llamarlo, normal”, comentó.
Y es que desde el Reclusorio Preventivo Varonil Norte internos trabajan en la elaboración de inflables de alta gama para deportes extremos y otra actividades.
Esto, además de ser un trabajo fijo, es una forma de reinserción social para las personas privadas de la libertad (PPL).
El taller se compone de un espacio amplio dividido por áreas de trabajo, costura, entre otras, desde donde los internos elaboran estos productos bajo un esquema de trabajo implementado por la misma empresa para alcanzar sus metas.
Todos ellos cuentan con una sentencia, por lo que se encuentran en las condiciones para iniciar este proceso de reinserción de cara a lo anhelado: poder dejar la prisión.
Elizabeth Salazar, gerente general de la compañía Airtrak México, dijo a EL UNIVERSAL que el proceso de selección que se realizó fue el mismo que hacen como empresa al resto de sus trabajadores.
Para la empresa no son personas privadas de la libertad, sino trabajadores que cuentan con sus derechos laborales, pago semanal, prestaciones, descansos fijos e, incluso, días festivos.
El crecimiento de la empresa, contó, los llevó a buscar más trabajadores y, a su vez, eso los trajo hasta el programa de reinserción del Sistema Penitenciario de la Ciudad de México, con quienes entablaron comunicación hasta conformar un taller en el Reclusorio Norte.
Los trabajos para que pudieran instalar sus operaciones fueron formalizándose poco a poco con las autoridades capitalinas, desde el espacio que utilizarían, hasta su apertura en marzo de 2023.
EL UNIVERSAL ingresó hasta el taller, en donde observó el trabajo profesional que realizan los internos, quienes, a decir de la misma Elizabeth Salazar, no tenían conocimiento del giro de la empresa, pero la capacitación constante les permitió conocer los modelos que exportan al extranjero.
Ahí aprendieron desde utilizar las máquinas para coser las vestiduras de los inflables, hasta elaborar la maquinaria que le da vida a cada producto.
Por ejemplo, los internos construyeron un inflable con un mecanismo que hace girar dos obstáculos que las personas deben esquivar con brincos o agachándose. Este fue activado durante el recorrido para que se hiciera una demostración de su uso, y que les sirvió a los trabajadores del penal ubicado al norte de la ciudad para corregir detalles que, a la distancia, sólo ellos sabían.
“Se hizo una primera selección [de los internos] y con base en eso, a lo que nosotros requeríamos, de acuerdo con las áreas, se hizo una entrevista, se envió a los chicos a capacitación, pero una de las cosas es que no necesariamente tenían que saber del giro, porque realmente nosotros los capacitamos desde cero”, explicó la gerente de la empresa.
Los productos
Los tipos de inflables que realizan son dos, los cuales se caracterizan por el tipo de lona que los cubre.
El primero cuenta con unos filamentos que tienen un rigidez que no tiene un inflable normal, es decir, como los utilizado para brincar. Estos inflables rígidos, señaló Elizabeth Salazar, son utilizados para ejercicios aeróbicos, canchas de ejercicio.
Mientras que el segundo inflable es mas blando, con coberturas de lona suaves, que se produce a base de costura y son dirigidos a parques de diversiones.
“Una de las características de esta empresa es que tenemos exportaciones hacia Estados Unidos (…) Estamos mejorando muchísimo, es un producto relativamente seminuevo, y hemos estado aquí [Reclusorio Norte] con la sorpresa de que los chicos, de acuerdo con la capacitación que les dimos, hemos visto mucha mejora en cuanto a la calidad, se adecúan mucho y tienen mucha disponibilidad”, expresó.
Beneficios
En este sentido, Elizabeth Salazar refirió que los principales beneficios de este trabajo es que “ellos tengan una oportunidad de estar fuera de su entorno” y que son tratados con respeto. “Todos merecemos respeto sea cual sea nuestra historia”, dijo.
Los internos cuentan con un salario, horario de comida, horarios de salida y entrada, aunque también pueden salir cuando lo requieran por temas de visita, o bien cuando sean requeridos por temas internos del Sistema Penitenciario.
La paga de los trabajadores es completamente correspondiente a la empresa Airtrak, señaló la gerente general. Cada uno de los 45 empleados cuentan con un salario mínimo por día de 350 pesos y a la semana se les retribuye su trabajo de ocho horas con mil 750 pesos.
Para las personas privadas de la libertad el futuro puede ser incierto; sin embargo, el actual empleo que realizan les da un primer avance para cuando terminen sus sentencias, y es la posibilidad de poder integrarse afuera a la empresa Airtrak.
Según la autoridad penitenciaria, ingresar a este taller es de lo más solicitado, por lo que la empresa buscará ampliar su mano de obra al interior del penal.