Atender emergencias, el rescate de personas e, incluso, el apoyo en siniestros provocados por huracanes ha estado en manos de los integrantes del agrupamiento Cóndores de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) capitalina, en el que están alertas sin importar día u hora.
Uno de los protagonistas es el capitán piloto aviador inspector Jaime Oropeza Osornio, quien lleva 26 años siendo Cóndor, de sus 44 años volando helicópteros y 12 mil horas de vuelo.
Desde la base de Plaza Tlaxcoaque, el capitán Oropeza recuerda que un suceso que lo marcó fue el sismo de 2017. Él fue uno de los cinco equipos de helicópteros que sobrevolaron la Ciudad de México tras el temblor. “Despegamos y la torre de control nos dijo el espacio aéreo es suyo; la torre resultó dañada” y narra que elevó la unidad.
“Cuando empecé a elevarme vi fuego, edificios, tierra y dije ‘uta’ esto es algo grande, inmediatamente me dirigí por Mancera (jefe de Gobierno de la Ciudad de México en 2017) y recorrimos la Ciudad y notamos que se cayeron edificios, escuelas, en ese momento nos coordinamos con servicios de emergencia y realizamos las labores”, describe.
Otro hecho que le marcó fue cuando realizaba un sobrevuelo y fue alertado de que se había registrado un robo con el secuestro de una madre y sus hijas, gracias a la reacción inmediata del capitán Oropeza se le pudo dar seguimiento, rescatar y recuperar la camioneta robada junto con la detención del delincuente.
Relata que desde que terminó sus estudios decidió ser piloto de avión, conforme pasó el tiempo se le presentó la oportunidad de una beca para poder ser piloto de helicópteros, luego se mudó a Estados Unidos a realizar horas de vuelo. También se preparó en Italia y Francia.
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Ahora se dedica a atender emergencias, como es el traslado de personas quemadas y rememora un episodio: la explosión que provocó el robo de hidrocarburos en Tlahuelilpan, Hidalgo, donde participaron seis unidades de los Cóndores, entre ellas una que él piloteaba para ayudar en la emergencia.
“Ese día volamos ida y vuelta, recargábamos y nos íbamos, traíamos heridos y nos íbamos (...) fueron alrededor de 40 personas que trasladamos, lamentablemente ninguna sobrevivió”, señala.
Pese a que muchas de las emergencias resultan con buenas noticias, no siempre es así, pues expone que un día una familia fue a buscarlo. “Estábamos aquí y llegó una familia a la puerta y preguntaban por mí, yo salí y vi una familia que traía unas flores y vi a un niño, una madre y un padre, el papá me preguntó ‘¿usted es el jefe Oropeza? Le quiero dar las gracias, porque usted rescató a mi hijo, yo vi cómo lo atendieron, todo lo que hicieron, él estaba grave, lamentablemente mi hijo no sobrevivió, pero quiero agradecerles a ustedes, porque yo vi todo lo que hicieron’”.
Concluye que lo que lo hace sentir orgullo es “salvar una vida”.