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“Sin llorar”, “nos dijeron y no entendimos” y “lo bailado, quién nos lo quita” son algunas de las frases recurrentes que los capitalinos formados en los centros de salud de las distintas alcaldías, en laboratorios particulares o hasta en farmacias, decían mientras esperaban su turno para hacerse una prueba Covid.
Todos sospechan que después de las fiestas de Navidad y de Fin de Año podrían ser portadores del virus.
Algunos mostraban temor o preocupación ante la posibilidad de salir positivos, y otros simplemente se resignaban, pues no acataron ninguna de las recomendaciones de las autoridades y se reunieron en fiestas con mucha gente.
“Ya lo bailado quién nos lo quita, ni modo que ahora andemos de llorones si sabíamos de las consecuencias”, comenta Ulises, con síntomas de gripa y quien decidió ir con sus amigos a recibir el año nuevo a Acapulco. A su regreso todos tenían temperatura y se asustaron.
En la fila del Centro de Salud de Mixcoac había de todo. “Llegué desde las cinco de la mañana y alcancé turno. No salí, pero me siento mal. No quiero tener el virus porque soy la que cuida a mis padres. Si me contagié fue por la gente que no hace caso y no entiende, por ellos, los que sí hacemos caso pagamos, o los más inocentes como mis papás que ni salen”, dice Mariana.
Desde el pasado 23 de diciembre, EL UNIVERSAL ha recorrido puntos donde, ya sea de manera gratuita o por 250 a 900 pesos, los capitalinos se realizan pruebas Covid; a decir de los entrevistados “se arriesgaron” a pasar las fiestas con familiares y amigos, y por eso ahora algunos podrían pagar las consecuencias.