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Las rejas del penal de Santa Martha Acatitla se fueron cerrando detrás de las y los quinceañeros que minutos antes habían recorrido a bordo de un Turibus sitios emblemáticos de la Ciudad de México. Todos pasaron del nerviosismo a la alegría por festejar junto a sus madres presas.
Las y los quinceañeros decidieron darle una alegría a sus madres, cambiar las tradiciones de la fiesta en un salón y ensayar bailes por meses, para acoplarse al patio de este penal al oriente de la capital.
Este viernes, 24 menores, 13 mujeres y 11 hombres, festejaron en la penitenciaria femenil de Santa Martha Acatitla, asistieron a una misa en la capilla, bailaron un vals, comieron pastel y dejaron a sus madres la certeza de que, afuera, ellos crecen y se hacen fuertes.
Para los jóvenes, robar una sonrisa y lágrimas de felicidad a sus madres en prisión fue uno de los mayores regalos. Los contextos no son iguales, algunos volverán a abrazarlas en la siguiente visita, otros no tienen certeza de cuándo se verán.
Algunos llevaban 12 años sin verlas, otros dos, pero la lejanía no se mide en años, sino con emociones y la soledad.
En el patio del penal desfilaban las madres con sus indumentarias beige para aquellas que no están sentenciadas y azul, para identificar a las que ya tienen una pena.
Muchas de las adolescentes no pueden ni siquiera contar a sus amigos lo que pasa en sus familias. Como Maricruz, una niña de sonrisa ancha, ojos grandes y voz entrecortada. A ninguno de sus amigos les dijo que festejaría con su madre sus 15 años, a pesar de que estos los cumplió en mayo pasado.
Aun así recibió uno de los mejores regalos, una muñeca tejida con hilaza y un par de muñequitos más elaborados con migajón.
La interna que dio estos obsequios a Maricruz comentó que lo hizo porque su compañera, madre de la adolescente, no tenía dinero para darle algo.
Dj Foxy y Bellakath les brindaron un espacio de liberación a través de temas que se han popularizado en todo el país, que muchas pueden escuchar desde sus celdas o que sus hijas les ponen en las visitas.
Fue la artista quien decidió llevar su show de manera voluntaria, según dijeron integrantes de la asociación Alas de Amor, quienes organizaron el festejo.
Bellakath se ofreció también a ser la madrina de último juguete para los menores: osos rosas para ellas, “para no perder la tradición en México” y audífonos para ellos.
La cantante emocionó a todas y todos. Desde los dormitorios, se podían ver rostros y manos pegados a los barrotes para alcanzar a escuchar la música.
Las y los jóvenes subieron a bailar con ella, la abrazaron; uno de ellos le dijo que la amaba.
Al final de la presentación, las familias se quedaron festejando un rato más, comiendo carne en salsa de cacahuate, pastel y otros platillos para concluir con una etapa más que no podrán olvidar.