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Aldo y Alan tuvieron que pagar una sanción impuesta por un juez cívico —por reñir e insultarse con policías al impedir una revisión ilegal— con horas de trabajo comunitario de apoyo en el centro de vacunación contra Covid-19 para personas rezagadas en Ciudad Universitaria.
Derivado de talleres de sensibilización en materia de juventud a jueces cívicos, éstos permitieron a siete jóvenes, entre ellos Alan y Aldo, pagar sus faltas con trabajo comunitario junto al Instituto de la Juventud (Injuve) de la Ciudad de México.
Esta es la primera ocasión en que personas infractoras a la Ley de Cultura Cívica participan en la vacunación, dando información, auxiliando a adultos mayores en sillas de ruedas. Manteniendo el orden en las filas y conduciendo a las personas hasta los médicos que aplican las dosis.
Aldo y Alan tienen dos cosas bien claras, la primera de ellas es que a su parecer no cometieron ninguna infracción, pues fueron los policías quienes los revisaron a la fuerza, se metieron a su vehículo cuando estaban comiendo tacos solamente para “hacer una revisión de rutina” sobre Eje 6 y Rojo Gómez en Iztapalapa.
“La revisión fue porque pasé por una calle obscura”, dijo Aldo. Luego de eso, uno de los uniformados se metió a la fuerza a registrar su auto porque, según él, “no debía pedirles permiso”.
Entre jalones e insultos por ambos lados, fueron remitidos. Ahí, el juez los sancionó con el trabajo que la mañana del jueves realizaron en CU.
Lo segundo es que ayudar a las personas les dejó buen sabor de boca. Sabían que estaban haciendo algo bien a pesar de lo que sucedió y más en una situación de emergencia como la pandemia.
Los jóvenes infractores que apoyarán ocho horas en la inoculación y en otras actividades de la mano del Injuve fueron sancionados no sólo por conflictos con policías, sino por beber en la calle, vender productos al interior del Metro, o realizar un grafiti.
Ambos atienden a las personas. Van, vienen, dirigen la fila. Llevan puesto un chaleco guinda, su cubrebocas; trasladan las sillas de ruedas para los adultos mayores que ingresan.
“Viste que estaba en apoyo en silla de ruedas, pues yo tengo a mi mamá en silla de ruedas y me agradó mucho llevar a la gente en su silla, porque me recordó que estoy apoyando a mi mamá”, dijo Aldo, luego se fue caminado para continuar con sus actividades.
Para Alan, “es buen programa, apoyas a la gente, te distraes un poco en vez de estar arrestado”.
La directora del Injuve, Beatriz Olivares Pinal, señaló: “Nosotros no queremos una Ciudad más punitiva contra los jóvenes, sino la oportunidad de explicarles qué hicieron mal”.
“Hay algunos de los chicos que después de tener la oportunidad en una actividad con nosotros en el instituto, te preguntan cómo pueden hacerle para incorporarse a los programas”, contó.
El Injuve no acepta todas la sanciones que se establecen en la Ley de Cultura Cívica, únicamente consumo de alcohol y sustancias, riñas no graves o que se quedaron en el inicio de riña, pero que no se excluye casos como multas por vender en el Metro.
Dijo que algunos sí pagan las sanciones económicas, pero la mayoría acude al instituto.
Las sanciones para cumplir horas solamente aplica para jóvenes de 18 años en adelante. Ahora tienen tres opciones, pagar multa, arresto o ingresar al trabajo comunitario con el Injuve.