“No es lo mismo que mi casa. No se siente como en casa. Extraño la comida, mi cama”, expresa Ignacio Arellano García, quien lleva casi tres semanas viviendo en el del Deportivo Oasis, habilitado por la tras las intensas lluvias que dañaron su vivienda en la colonia Lomas de San Bernabé.

Ese día, él, sus hijos y nietos tuvieron que ser evacuados y llevados a este albergue por su seguridad y la de sus seres queridos, pues su casa fue evaluada con riesgo estructural. “Siendo sincero, sigo medio desconcertado porque nunca habíamos vivido esta situación, y como quiera que sea ya quisiéramos estar en la casa”, comenta.

Aunque por momentos se acostumbra a este lugar, “ha habido noches que se sienten más frías, más solas, sin sentir el lugar de donde soy”.

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Ignacio dice que, aunque continúa asimilando la situación, es el encargado de dar esperanza a su familia. “Es muy cansado, pero yo les pido que aguantemos, y como jefe de la casa, tengo que estar al tanto de todo, no sembrar desesperanza; estamos con la idea de regresar bien y lo tenemos que hacer”.

Teme que la estancia en el albergue se extienda hasta tres meses, “pero creemos que es lo que podemos durar aquí, por eso estamos tratando de prepararnos emocionalmente para el tiempo que nos vayamos a quedar aquí, no desesperarnos, esperar y acostumbrarnos”.

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Platica que ahí vive, duerme, desayuna, come y cena, incluso se baña. Ahí también duermen sus nietos, de los cuales cuatro son bebés.

Sin embargo, su rutina cambió. “Rompo mi ritmo de trabajo, soy taxista, pero trato de seguir en la actividad (...) de repente sí cambia la rutina, pero tratamos de no aflojar, de echarle las ganas”.

El padre de familia asevera que “ya lo único que nos queda es vivir la experiencia. Nos queda de aprendizaje que un día puedes tenerlo todo y en un abrir y cerrar de ojos lo puedes perder, pero eso nos va a ayudar a fortalecernos como familia,”.

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María Luisa, su esposa, reconoce que siente el cambio, “pues es muy fuerte, todavía no alcanzamos a procesar bien todo lo que sucedió, entonces aquí estamos esperando a que ya esté nuestra casa, que se resuelva la situación”.

“El alcalde nos dijo que tuviéramos paciencia, que como es tiempo de lluvia no pueden trabajar bien, que habían hecho unos estudios de lluvia (...) todavía no nos dan un día específico de cuándo vamos a regresar a casa”.

Lo que más extraña es cocinar, pero ha aprendido a tomarlo como vacaciones. “Lo que extraño mucho de mi casa es cocinar, lavar la ropa, estar a mis anchas y que decido cuándo salir y cuándo entrar y aquí no, debo quedarme a cuidar y por si nos trae cosas la gente. Aunque extraño andar movida, las chavas me dicen que lo tome como vacaciones”.

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