Miles de familias y turistas nacionales e internacionales abarrotaron la avenida Paseo de la Reforma para observar el paso de las Catrinas.
La megaprocesión que partió del Ángel de la Independencia con rumbo al Zócalo capitalino estuvo llena de música, baile y disfraces alusivos a la muerte sobre los carriles centrales. En las laterales destacó la venta de elotes, tamales, atoles y hasta micheladas.
No importó que desde las 18:00 horas todas las aceras del trayecto estuvieran a reventar, pues no cabía un alfiler y la mayoría quería estar al frente para tener el mejor lugar. Los parabuses, los árboles o cualquier elemento que permitiera tener una ventaja era el ideal.
“Nosotros ya trajimos todo y de aquí no nos vamos a mover. El año pasado no alcanzamos a ver nada porque había mucha gente”, aseveró la señora Carmela, quien tenía apartado su lugar en la esquina de Reforma e Insurgentes.
Mientras las Catrinas desfilaban, los asistentes también se sumaron a la festividad.
Miles de caras pintadas, trajes típicos de mariachis, los niños disfrazados como los personajes de la película Coco y hasta las mascotas como calacas.
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“Siempre hemos querido vivir el Día de Muertos en México y hasta apenas tuvimos oportunidad, es toda una fiesta y aún faltan los días buenos”, expuso Alice, francesa que tiene programado visitar este 1 y 2 de noviembre los pueblos de Oaxaca.
Los turistas nacionales también se sumaron. “Venimos de la Fórmula 1, queremos seguir celebrando y pasándola bien en toda la Ciudad. Allá la verdad es que no es tanto la fiesta ni tanta celebración, pero esto no nos lo queríamos perder porque sale hasta en las películas”, dijo Laura, quien con su familia llegó de Monterrey para pasar este fin de semana en la Ciudad de México.
Al desfile de las Catrinas —que no organiza el gobierno—, también se sumaron madres que buscan a sus hijos e hijas, organizaciones en búsqueda de justicia o aquellas que defienden a las víctimas de algún delito. Todos tuvieron cabida.