Cada vez es menos la cantidad de chile chicuarote, endémico del pueblo de San Gregorio Atlapulco, alcaldía Xochimilco, que Gonzalo y su hijo Horacio recogen de la cosecha. Este año apenas lograron llenar una pequeña bandeja y la mayor parte, dicen, es para su propio consumo.
“Lo que sembramos es prácticamente para consumo personal, ya el excedente lo llevamos al mercado, pero es lo mínimo, porque no deja como otros cultivos”, dice Horacio Ramos mientras recolecta los chiles que ya están en buenas condiciones.
Explica que para cultivar el chicuarote —como también se les llama a los habitantes del pueblo de San Gregorio Atlapulco— debe elegir las semillas en el mes de septiembre y es hasta inicios de marzo cuando las puede sembrar en las hortalizas.
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“El ciclo es muy largo, estamos hablando de seis, siete meses. La producción empieza desde julio, agosto, septiembre y ya para entonces viene decayendo”, indica.
Señala que, por ello, la mayoría de los productores han optado por desistir de la siembra de este chile endémico de la Ciudad de México, que data desde la llegada de los españoles a América.
“Por eso los campesinos que sembramos el chile chicuarote de alguna manera se han ido desanimando, porque el ciclo es muy largo. Es por eso que el chile lo vamos dejando un tanto secundario por la cuestión de que no nos reditúa como en otros cultivos”, dice Horacio, quien aprendió a sembrar esta fruta.
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Además del tiempo, el productor asegura que otra de las dificultades son las plagas que atacan a las plantas, “como los gusanos mordedores, hongos, bacterias”, lo que provoca que 20% de las semillas no germinen.
Agrega que también ha disminuido su producción porque “la mancha urbana ya nos está consumiendo y cada vez hay menos áreas para sembrar hortalizas y de manera particular el chile chicuarote”.
Dice que también se enfrentan a la delincuencia, pues “pasa la gente y se lo lleva, sin importar lo que costó sembrarlo. Eso desanima mucho. Como está aquí sin cuidado, se lo llevan y nos roban (...) menos provecho tenemos nosotros”.
El productor cuenta que el chile chicuarote tiene un sabor muy particular, diferente a los chiles que se dan en el resto de la República Mexicana.
“El sabor es diferente, la textura también, tiene un sabor muy particular que no he probado en otras áreas, por ejemplo, el serrano, el chile de árbol, no me sabe tan sabroso", expresa.
Horacio recomienda su uso para guisos rojos, pues al dejarse secar se convierte en chilcostle.
“Sabe riquísimo en salsa de molcajete, con carne de cerdo, espinazo, con huevitos y frijoles”, resalta.

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Su padre Gonzalo asegura que este chile, que lo cultivaban sus antepasados, es parte esencial de la identidad de San Gregorio Atlapulco, pues también define a quienes habitan el pueblo. “Nosotros los de aquí somos los chicuarotes, y de ahí viene el nombre del chile”.
Asegura que el chile ha sufrido una deformación con el paso del tiempo. “Antes era más pequeño y delgado, ahora se ven más grandes y gruesos, como una deformación”.
Destaca que esta especie no se vende en otro lado de la capital ni de México, y únicamente se puede encontrar en el mercado de San Gregorio. “Falta mucho que lo difundan para poder llegar a otros lados, y que no nada más se quede aquí”.
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“La gente llega hasta la casa a preguntar si tenemos. Somos pocos los que lo producimos, pero lo siguen buscando”, dice. “Me preguntan: oye, ¿ya no tienes chile chicuarote?”.
Preservar su cultivo
El pasado 22 de agosto la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, presentó durante la mañanera una cápsula de la sección Suave Patria, en la que se abordó el cultivo en chinampas de esta especie de chile endémico de la capital del país, en la que se alerta que se encuentra en peligro de extinción.
“El chicuarote es un chile alargado de tonos verdes y naranjas con un sabor único y un picor tan delicioso como intenso”, se describió en un video.
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Según datos de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corenadr) de la Ciudad de México, actualmente este chile es producido por 15 familias de la región, las cuales suman una superficie cultivada de apenas mil 450 metros cuadrados.
El técnico productivo de esta comisión, Roberto Noguez, asegura que es necesario dar estímulos a los productores para que lo continúen sembrando, tanto económicos como de difusión.
“Es verdad que está en peligro de extinción, porque es muy poca la superficie que se siembra actualmente. Se tiene que estimular al productor para que lo siga sembrando”, refiere. Por ello, adelanta, la Corenadr preservará algunas semillas del chile para evitar su desaparición.
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Roberto Noguez explica que se trata de un chile que se distingue por su sabor ahumado, aroma intenso y un picante medio que perdura en el paladar. “Un tanto sabor a verdura, a hierbas, como lo definen los productores”.
Señala que se trata de un chile que fue domesticado por los aztecas hasta evolucionar como hoy se conoce, y se asentó en esta región de Xochimilco por el ambiente.
“Son las condiciones adecuadas para un cultivo, no se presentan muchas heladas en el periodo que se siembran, es un periodo libre de heladas, entonces si viniera una helada temprana, el cultivo se terminaría”, expone.
En este mes de octubre, Gonzalo y Horacio seleccionan los chiles más grandes y resistentes. Extraen una a una las semillas que sembrarán en marzo del siguiente año para preservar la cosecha del chicuarote. “El día que un pueblo pierde sus costumbres y tradiciones se acabó el pueblo”, concluyen.