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Rosa Isabel Galicia de 34 años, tiene un hijo de nueve años de edad y hace siete quedó viuda, su esposo fue rafagueado por un comando mientras acordonaba un homicidio ocurrido en un OXXO, en Toluca. Para ella la Navidad no es fácil.
Un mes después de la muerte de su esposo, acudió a la entonces Comisión de Estatal de Seguridad; el ex director general de Seguridad Pública y Tránsito, Rogelio Cortés Cruz la apoyó para entrar a la corporación y también la impulsó para superarse académicamente.
Ella nunca soñó con ser policía, es más, no sabía que iba a tener que trabajar después de casada y que se convertiría en madre. “Me quedé sola, debí salir a la calle para buscar sustento y la corporación me abrazó como una familia, me dieron la oportunidad de una forma de vida, de llevar comida a la mesa y superar el terror del significado que da la gente a ser policía”, platicó.
Fue en un fin de semana que Rosa se despidió de su esposo, él cubría turnos de 72 horas en ocasiones y en lugar del compañero de su vida, recibió una madrugada a un grupo de elementos estatales que lo despidieron con honores.
Para ella la Navidad no es sencilla, Miguel Ángel Sánchez Hernández decidía sobre la mayor parte de las cosas en su casa, murió junto con su pareja de trabajo de toda la vida. Por eso para Rosita entrar a la corporación no fue fácil, porque regresó al punto de quiebre en su vida.
Rosa cuenta que tras verse envuelta en una vorágine que desconocía, debía encontrar la forma de explicar a su hijo que su papá ya no estaba, además cada 24 de diciembre espera verlo entrar por la puerta con regalos y sentarse junto a ellos en el comedor.
“Las jornadas son muy largas a veces, yo no tengo que estar por el momento en la calle, pero hay compañeras que dejan a sus hijos por cubrir horarios de 24 por 48. Es gratificante ser policía, pero no es nada simple, hay muy poca gente que valore nuestro oficio o crea que somos honestos”, lamentó.
Por el momento está terminando la preparatoria, siente que cambió personalmente, se dice madura, más fuerte. Sin embargo, cada que la banda de guerra de la Secretaría entona una de las melodías, ella debe salir al asta bandera y tomar aire, recuperarse, porque con esa misma canción se despidió de su esposo, y ahora retoma su vida para entregarse al servicio de la sociedad.
Actualmente tiene de los salarios más bajos dentro del tabulador de la corporación, es apoyo administrativo y decidió no tener una pareja, de modo que los gastos familiares recaen únicamente en ella.
“Es difícil porque la economía es poca y la verdad no alcanza, me tardé en entrar a la escuela, pero ahora es un requisito tener mínimo educación media superior, pero creo que puedo salir adelante y continuar con más estudios.
Ser ejemplo de su hijo y convertirse en una mejor servidora pública son sus metas, el sueño es que su marido vuelva.