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Era un día cualquiera de febrero del 2012, pero Juan Vicente, alias “El Patachín”, no sabía que sus horas estaban contadas. Antes de ser linchado por una turba enfurecida asaltó un negocio de plomería en el mercado San Juan del Estado de México. Como si la muerte lo hubiera llamado, la alarma que los locatarios habían puesto un año antes comenzó a sonar.
La alerta está conectada a un sistema de seguridad conformado por botones de pánico colocados en la mayoría de los 800 puestos del mercado. Los trabajadores montaron ese mecanismo contra los asaltos y extorsiones. Bastan cinco minutos de alerta para que 100 hombres estén encima del criminal con sus 200 puños, cuchillos, machetes, fierros, picos, tubos, sartenes y cualquier objeto a la mano.
Además de botones de pánico, en este mercado se han instalado 130 cámaras de seguridad y montado una red de vigilancia que los mismos locatarios y vecinos hacen funcionar. Incluso un trabajador saca su revólver, la pistola con la que espera defenderse en caso de ser víctima de un delito. De todo su sistema, sólo tres botones están conectados al C5, el centro de videovigilancia de la Ciudad de México; el resto conecta a los negocios.
Información del propio Ayuntamiento de Nezahualcóyotl, donde se encuentra ubicado este punto de venta, señala que otros 67 mercados cuentan con sistema de videovigilancia y han comenzado a adquirir botones de pánico para contrarrestar la violencia de la zona. Además del de San Juan, los responsables de otros mercados fueron consultados, pero no hubo respuesta.
Los trabajadores de ese punto de ventas aseguran que los delitos por los que montaron su sistema de seguridad han ido a la baja desde el 2011 en un 90 por ciento. Sin embargo, la consecuencia ha sido tener casos como el de El Patachín, quien sintió la furia de la justicia por mano propia.
Teódulo Aldana Salinas fue el primero de la centena de hombres que interceptó al criminal. Quiso detener al ladrón, pero en medio del forcejeo este último accionó su arma de fuego y el trabajador cayó muerto.
“¡Don Efrén, don Efrén, ya tumbaron al Teódulo!”, escuchó gritar el patrón del fallecido. Efrén Tapia Montes de Oca, secretario del mercado de San Juan, recuerda hervir su sangre. Trabajó 12 años con su chalán y se lo habían arrebatado. También era su amigo.
A El Patachín lo arrastraron por el suelo, lo golpearon, lo patearon y, finalmente, dejaron caer una pala en su cráneo para asesinarlo. “Cuando me di cuenta de que había matado a Teódulo fui por ese cabrón y lo arrastré, pero le cayeron otros locatarios para pegarle”, explica Efrén Tapia con ojos llenos de rabia.
EL UNIVERSAL reportó el pasado 2 de octubre que entre 1988 y 2016 el Estado de México fue la entidad donde sucedieron más intentos de linchamiento y se consumó más veces ese acto; en total, ha habido 191 casos. A nivel nacional la cifra asciende a más de 700.
En el mercado de San Juan, las víctimas de estos hechos son ladrones que roban a los trabajadores sin medir las consecuencias de sus actos. Los delincuentes no conocen la máxima de este punto de venta, aunque ya lo están haciendo. En ese lugar la norma parece ser clara: ojo por ojo, diente por diente.
Estamos para defendernos
Todo empezó cuando los locatarios recibieron una carta de la Familia Michoacana en la que intentaban extorsionarlos; sin embargo, se organizaron y evitaron la infiltración del cártel. La respuesta fue cautelosa: se rechazó cualquier cobro de suelo y los mismos empleados rastrearon la fuente del mensaje.
El temor de que este grupo del narcotráfico se adentrara en sus negocios estaba sustentado. Según reportes de la Procuraduría General de la República, en 2011 la Familia Michoacana ya tenía presencia en esa entidad.
“Al final encontramos que no fue esa organización, sino otro grupo que utilizaba ese nombre para espantar. Pero desde ahí pusimos nuestros botones de pánico para avisarnos cuando alguien entrara a robar y ya casi no se meten, pero el lugar sigue siendo pesado”, explica Efrén Tapia, secretario del mercado.
Sin embargo, datos del Semáforo Delictivo refutan la percepción de Efrén Tapia y otros locatarios, pues, hasta agosto de este año, se contabilizan 173 casos de extorsión y 745 de robo a negocio en Nezahualcóyotl.
Además, reportes del Observatorio Nacional Ciudadano colocan al Estado de México como la entidad donde ha habido más casos de extorsión durante este año; han sido 602, cifra que representa el 40 por ciento a nivel nacional. Y el Sistema Nacional de Seguridad Pública contabiliza 685 casos hasta agosto.
“Tuvimos que organizarnos porque no había apoyo de las autoridades. Teníamos que defender el patrimonio de nuestros hijos. En el mercado hay anuncios de locatarios unidos contra la delincuencia porque ya estamos hartos”, dice Efrén Tapia.
El mercado San Juan se encuentra en medio de Neza, Iztapalapa e Iztacalco. Los trabajadores prefieren no dar su nombre al contar su testimonio, pero aseguran que, cuando se llama a las autoridades locales, las patrullas entran por tres o cuatro o mejor no entran.
Además, también aseguran que, una vez apretado el botón de pánico, las autoridades locales tardan hasta 20 minutos en llegar al lugar, tiempo suficiente para cobrarse justicia ellos mismos. Un asaltante cuenta con 180 segundos para intentar salir ileso.
En ese punto comercial también se batalla contra el tráfico de drogas. Aunque no proporciona nombres, la Dirección General de Seguridad Ciudadana del municipio acepta la presencia de organizaciones criminales dedicadas a esta y otras actividades.
“Sabemos las consecuencias de los botones del pánico, pero no podemos actuar de otra forma. Primero pedimos ayuda a las autoridades, pero ni nos hicieron caso y cuando vinieron nos dijeron que no podíamos tomar justicia por nuestra propia mano. Sólo les dijimos una cosa: nosotros estamos para defendernos”, concluye Efrén Tapia.
Foto: Venta de droga, asaltos y robos son los delitos con los que el mercado de San Juan Pantitlán convive a diario, por lo que los locatarios han implementado sus propios mecanismos de seguridad. (JUAN CARLOS REYES)
Impune el ladrón, impune el linchador
“La colonia Juárez Pantitlán donde está el mercado de San Juan es tradicionalmente una de las más peligrosas, no sólo por la comisión de delitos, sino porque en sus vecindades se albergan organizaciones delictivas”, dijo en entrevista José Jorge Amador Amador, Director General de Seguridad Ciudadana de Nezahualcóyotl.
El encargado de la seguridad del municipio asegura que “existía una especie de plaga de extorsionadores de comerciantes; algunos venían de fuera, otros vivían ahí e incluso policías ministeriales extorsionaban”. Fue el 2013, según datos del Semáforo Delictivo, cuando este delito se disparó al presentarse 517 casos, casi el doble respecto al año anterior.
José Jorge Amador califica el mecanismo de seguridad del mercado de San Juan como positivo, pues gracias a éste los locatarios y vecinos se sienten más seguros.
“La verdad es que aquí nos cuidamos entre todos. Hasta a los compradores, porque si alguien los quiere asaltar también suena la alertas. Nos sentimos más seguros”, explica una vecina y comerciante de la zona.
Sin embargo, esta seguridad ha tenido un costo: los delincuentes golpeados. Y el castigo contra los linchadores es casi inexistente.
El mismo director de Seguridad, José Jorge Amador, admite la confusión para identificar a un instigador y a quien ataca a un ladrón, hecho que no permite castigar a alguien.