Gina es una perra mestiza de aproximadamente dos años. Hace dos meses fue rescatada en Zumpango, Estado de México. Nació con una deformidad en una de sus patas traseras, lo que hacía que sobrevivir en las calles fuera difícil.

Lilia Alvarado, su cuidadora, la adoptó, le dio un hogar y junto con los integrantes de Car-Can le cambiaron la vida, pues le diseñaron una prótesis que le devolvió parcialmente la movilidad.

Car-Can es un centro integral de rehabilitación que busca devolver la calidad de vida a los animales discapacitados, con la creación de sillas de ruedas, prótesis y fisioterapias que le cambian el destino a las mascotas: “Darle una estabilidad y movilidad a un animalito es muy valioso”, consideró Lilia.

Javier Herrera, fundador de Car-Can, mencionó que “el hecho de que un ser ande rodando con sus llantitas, es devolverles la vida”.

Anteriormente, cuando una mascota perdía su capacidad de movilidad en alguna de sus extremidades, el único recurso que quedaba era la eutanasia.

Ahora, con este centro pionero en salud integral, los animales de compañía reciben una segunda oportunidad: “Hay mascotas que se lesionan siendo cachorros y con la silla han vivido por más de 10 años”, contó Javier.

“Le das esa fuerza emocional, ese apoyo tanto físico como mental; ellos no se sienten discapacitados y se aferran a vivir”, asegura la protectora de Gina, quien antes ya había llevado a algunas de sus mascotas, como a su perrita chihuahua de nombre Rusa, que no tenía movilidad en las patas traseras.

El secreto de Car-Can radica en que, antes que nada, se dan el tiempo de conocer la anatomía de cada paciente, respetando y procurando su bienestar al diseñar sillas de ruedas o prótesis a la medida.

David Sánchez es quien se dedica a ensamblar los tres tipos de sillas de ruedas que fabrican: de dos ruedas, cuatro e híbridas.

“Les damos una oportunidad, porque muchos prefieren dormirlos, cuando los pacientes llegan tristes y deprimidos, les pones sus sillitas y mueven su colita”, apuntó.

Yango es otro paciente que llegó a la veterinaria debido a que a sus 15 años le es difícil salir a pasear o hacer sus actividades cotidianas.

En la veterinaria atienden casos como el suyo, que por la edad y algunos otros causados por traumatismos en columna, como ser atropellados, son heridos gravemente dejándoles secuelas.

Algunas mascotas reciben atención por daños degenerativos. A los perros invidentes les adaptan una especie de bastón, que consiste en dos aros a los costados de su cabeza, que impiden que choquen contra las cosas.

La historia de Car-Can empezó hace 20 años cuando era una pequeña veterinaria familiar; ahora ya cuenta con 17 empleados que se encargan de cuidar y tratar a los peludos.

“Eso buscamos, que no haya pretexto de que no lo pueden cuidar”, dice el fundador.

Car-Can ha ayudado a manadas de diferentes asociaciones y albergues, a los cuales les brindan los aparatos sin costo.

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