Productores de árboles de Navidad en la alcaldía Tlalpan aseguran que el oficio de cultivar estas especies en los campos forestales continúa siendo un motivo de orgullo y una expresión de amor por la naturaleza.
El cultivo se ha convertido en parte fundamental de las historias de varias generaciones, quienes aprendieron el oficio de sus padres y hoy enseñan a sus hijos. En estos campos es común encontrar especies de pino como el vikingo y el canadiense.
Miriam Corona, productora desde hace más de 50 años, explicó que fue su padre quien inició el proyecto tras comprar un terreno de 14 hectáreas y comenzar a sembrar árboles por gusto.
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Comenzó a involucrarse en el proyecto a los 18 años, aprendió el cuidado de los árboles, la atención al cliente, los trámites con las autoridades y cómo resolver los problemas que se le presentaban.
“Era muy joven, entonces tuve que hacerlo, pero no me costó trabajo; yo le ayudaba a mi papá”, recordó.
Miriam mencionó que este año ha notado una baja considerable en las ventas. También denunció que personas ajenas roban árboles de campos cercanos para venderlos a un precio menor, lo que afecta directamente a los productores.
Verónica Eslava, quien trabaja junto a su madre Paola Ruiz, señaló que su familia lleva cerca de 30 años en el negocio. Su padre comenzó a plantar árboles después de dedicarse al cultivo de maíz y, aunque en ocasiones han sembrado otras especies, su principal actividad sigue siendo el árbol de Navidad.
“A mi papá le gustaba mucho el campo y el olor, entonces empezó a cultivar los árboles”, dijo.
Verónica explicó que un árbol de aproximadamente dos metros, la medida más demandada, tarda entre ocho y nueve años en crecer. Durante ese tiempo deben mantenerlo en un clima fresco y podarlo una vez al año.
No obstante, mencionó que desde hace dos años ha enfrentado una caída en las ventas, a lo que se agrega la comercialización de árboles en grandes tiendas y la importación desde Estados Unidos o Canadá, lo que también los afecta.
Para garantizar la legalidad y la trazabilidad, la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural entregó a los productores una serie de cintillos que se colocan en cada árbol, que incluyen el nombre de la especie y un folio único que permite identificar que provienen del suelo de conservación.
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