“Cuando Donald Trump ganó y quedó de presidente dije: ‘No, nos vamos’. Si nos quedábamos nos iban a deportar, íbamos a perder lo poco que logramos hacer allá, nuestra casa y hasta mi camión podía perder, porque al momento de una deportación ya no tienes derecho a nada”, aseveró Sergio Hernández, quien tras vivir sin papeles más de 26 años en Estados Unidos, decidió regresar a la Ciudad de México debido al temor de ser deportado y perder su patrimonio.
En 1998, Sergio emigró junto a su esposa e hijos de la Ciudad de México a Los Ángeles, California, en búsqueda de un mejor futuro y oportunidades de empleo como camionero, oficio que desempeñó durante 20 años en este país.
Junto a su esposa Vania y sus hijos Javier y Gustavo, Sergio logró obtener un buen empleo como transportista, pudo comprar una casa y pagar la educación de sus niños, a pesar de no estar regularizado.
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Sin embargo, relató que poco a poco las políticas en Estados Unidos comenzaron a dificultar su vida y la llegada de Donald Trump a su segundo mandato fue “la gota que derramó el vaso”, pues su discurso antiinmigrante y la promesa de hacer deportaciones masivas desde el primer día de su gobierno obligaron a Sergio y Vania a vender su casa, empacar sus cosas y empezar su viaje en carretera de regreso a su natal Ciudad de México.
“Fue una decisión muy difícil, porque prácticamente toda mi vida la había hecho en Estados Unidos y tuve que dejar a mis hijos atrás. Ellos decidieron quedarse porque tienen un permiso de trabajo, pero yo no tenía esa opción”, explicó.
Luego del trayecto en carretera, Sergio finalmente pudo cruzar la frontera y relató que lo primero que hizo fue estacionar su camión, bajar de él y entre lágrimas, arrodillarse para besar el suelo del país que lo vio nacer y en donde también, detalla, planea pasar el resto de su vida.
“El pecho nos explotaba de emoción, de saber que estábamos otra vez en mi país. Yo me bajé, me tiré al suelo y me eché a llorar. Pude volver a ver a mis hermanas, a mi mamá, y lamentablemente no pude estar con mi padre cuando murió en 2017. Pero ahora que estoy aquí llevaré sus cenizas para hacer un viaje en carretera por todos los lugares que recorrimos él y yo juntos, porque él también era trailero”, afirmó entre lágrimas.
Ya en la Ciudad de México, Sergio aprovechó la oportunidad para recorrer las calles que no había pisado en casi 30 años y describió con emoción que la capital se ve distinta a como la recordaba hace décadas, pero aseguró que “aún conserva ese toque que hace tan especial a México”.
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