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“Nunca nos pasó por la cabeza que mataran a alguien aquí, siempre vemos a guardaespaldas de los jueces, de los magistrados y hombres armados porque está la PDI, nos sentíamos seguros, pero nos dimos cuenta que ya no hay lugar seguro en la ciudad”, dice la señora Romina, quien vende quesadillas frente al edificio principal del Poder Judicial de la Ciudad de México, a unos metros donde hace una semana mataron al abogado David Cohen Sakal.
La zona es sumamente transitada, los carros no dejan de circular, carros lujosos se estacionan hasta en doble fila, siempre hay gente guardaespaldas armados y en ocasiones, una patrulla de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC-CDMX) hace su rondín, pero no había seguridad fija porque los agentes del orden pensaban que “no era necesario”, pues frente a las oficinas de la Policía de Investigación (PDI) “¿qué podía pasar?”.


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“Ahora todos entran y salen directos en sus camionetas, antes que salgan hay otro guardaespaldas esperándolos, creo que ya hasta ellos les dio miedo”, continúa narrando la señora de 60 años mientras despacha a sus clientes.
Hay presencia de una patrulla, mientras unos policías están dentro de otra. Otros caminan discretamente sobre la avenida Niños Héroes, al observar una motocicleta se ponen en alerta, incluso para los repartidores ya es incómodo trabajar ahí, “ya no nos dejan entrar a dejar comida, ya tienen que bajar y apenas nos acercamos, nos piden que nos quitemos el casco”, dice un Rapid, mientras esperaba que recogieran su pedido.


dft
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