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Preparar alimentos en casa, cuidar de algún familiar enfermo o con discapacidad, incluso hacerse cargo de los más pequeños del hogar, son algunas de las “tareas de cuidados” que realizan todos los días, generalmente mujeres, sin pago alguno.
Para ello, el Gobierno de la Ciudad de México apuesta por la creación de un Sistema Público de Cuidados, con una inversión de 10 mil millones de pesos anuales.
Prevé la creación de infraestructura, una red de servicios y programas que ayuden a revalorizar estas tareas, todo ello en el marco de la Ley General del Sistema Nacional de Cuidados, que se discute a nivel nacional, señalan especialistas, quienes advierten grandes retos para su implementación, sobre todo en materia de presupuesto.
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José Antonio Salazar Andreu, académico de la Escuela de Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana, explica a EL UNIVERSAL que hablar de un sistema de cuidados es referirse a todas aquellas actividades que se realizan sin paga de por medio, pero que generan “un gran valor en nuestros hogares y en la sociedad”, por ejemplo, la preparación de alimentos en casa, que de consumir en cualquier otro lugar generaría un costo.
“El trabajo no remunerado está desequilibrado en el sentido de que no se distribuye por igual entre hombres y mujeres; de hecho, las mujeres hacen más del doble de esta labor. Para dar una idea, las mujeres trabajan a la semana unas 43 horas, mientras que los hombres lo hacen unas 19 horas. Estamos hablando de que las mujeres tienen dos jornadas, una cuando van al trabajo remunerado y otras ocho horas en el trabajo en casa, cuando los hombres trabajan tres horas en casa”, advierte.
En este sentido, el Sistema Público de Cuidados que impulsa la jefa de Gobierno, Clara Brugada, incluye más de una decena de acciones con perspectiva de género.
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Entre ellas destacan la construcción de 200 centros de cuidado y desarrollo infantil e igual número de lavanderías públicas y comedores comunitarios, algunos de los cuales estarán localizados en las Utopías y en Pilares.
Además, se plantea la creación de una escuela de “nuevas masculinidades”, en la que se impartirán talleres para generar conciencia de las tareas de cuidados y los roles dentro de los núcleos familiares.
“Trabajo compartido”
Para crear esas nuevas masculinidades, Araceli Damián, secretaria de Bienestar e Igualdad Social (Sebien), explica que el programa El Reto es Cuidar consistirá en compartir con los hombres la necesidad de que ellos también participen en el trabajo de cuidados no remunerado: “que aprendan a peinar, a planchar, a barrer, tiene que ser un trabajo compartido”.
También se contemplan programas de salud mental y de prevención de embarazo en adolescente, apertura de centros de rehabilitación para personas con alguna discapacidad, casas de día para adultos mayores, apoyo económico a mujeres y personas cuidadoras y un programa de promoción de salud preventiva.
Cada año, durante la actual administración, se prevé construir 32 espacios del Sistema de Cuidados, a lo largo y ancho de la Ciudad; además, se trabaja en una propuesta de ley que garantice la obtención de recursos para todo lo que se planea.
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Para la construcción de dichos espacios se priorizará las alcaldías con mayores carencias en cuanto a infraestructura y servicios para los diferentes grupos vulnerables; por ejemplo, algunas colonias de las alcaldías Benito Juárez o Azcapotzalco serán prioritarias para la implementación de servicios de cuidado para adultos mayores, al ser dos demarcaciones con gran concentración de personas mayores.
Mientras que colonias de las alcaldías de las periferias, colindantes con municipios del Estado de México, son las que presentan mayor cantidad de población de 0 a 5 años, aunque carecen de servicios, de ahí que serán prioritarias para la creación de espacios para el cuidado infantil, a diferencia de alcaldías del centro, como Cuauhtémoc, que tiene más infraestructura para brindar atención a menores.
Felipe Gaytán Alcalá, investigador de la Universidad La Salle, considera “pionera” la iniciativa de la Ciudad de México ya que pretende destinar, además de recursos, la infraestructura para atender tres problemas centrales: la necesidad de cuidados de personas vulnerables; la desfeminización del cuidado, y corresponsabilidad entre los diferentes actores sociales.
No obstante, en entrevista con el Gran Diario de México, el especialista advierte algunos retos para consolidar el Sistema de Cuidados en la capital. En primer lugar, señala el aspecto presupuestal, pues explica que se debe contar con los recursos para iniciarlo y que permitan sostenerlo a largo plazo. Aunado a ello, recuerda el planteamiento de las autoridades de involucrar al gobierno, pero también a empresas y a la comunidad con la finalidad de redistribuir las tareas de cuidados y del hogar.
Sobre lo anterior, advierte que no se ha dado a conocer cuál será “la carga” que tendrán las empresas al respecto, mientras que en el aspecto comunitario, señala que existe una visión “demasiado idealista” ante una Ciudad de México en la que no se tiene cultura de solidaridad más que en situaciones de emergencia.
“Esta idealización de la comunidad como la gran panacea para resolver muchos problemas sociales; en una ciudad de más de 20 millones de habitantes, la cuestión de la comunidad se diluye muy fácilmente, sobre todo por las dinámicas laborales, los tiempos dedicados a la casa, las dificultades que hay en la convivencia”.
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Apoyos económicos, ¿ventaja o desventaja?
Una parte fundamental del Sistema Público de Cuidados de la Ciudad es la entrega de apoyos sociales, por medio de lo que se conoce como transferencias directas; es decir, con tarjetas en las que se hace un depósito monetario a los beneficiarios.
Entre los programas que forman parte de ello destacan algunos que ya se han comenzado a dispersar desde el primer mes de la administración de Clara Brugada, como son Desde la Cuna, para niñas y niños de 0 a 3 años, y el apoyo para transporte para estudiantes universitarios; así como los vales de Mercomuna y el Ingreso Ciudadano Universal para personas de 57 a 59 años.
Araceli Damián, titular de la Sebien, señala que este modelo —que también incluye la construcción de 100 Utopías— “es bastante amplio”, pues explica que además de la transferencia, los programas sociales impulsados conllevan una serie de acciones en territorio de parte de las autoridades; por ejemplo, en el caso del programa para menores de 0 a 3 años, se mantendrá una “comunicación constante” con las madres, los padres o tutores para verificar que sus pequeños cuenten con su esquema de vacunación, promover la inscripción a centros de desarrollo infantil, además de la inclusión de mujeres en los últimos meses de gestación.
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El uso de transferencias directas, explica Felipe Gaytán, especialista de la Universidad La Salle, no garantiza que la población haga uso de los recursos para lo que se supone que está destinado, ni la efectividad para cumplir el objetivo, en este caso del Sistema de Cuidados, pues “al dispersarlos lo que están haciendo es volver la carga sobre aquel que recibe el dinero y no un compromiso comunitario”.
Considera que “es buena en principio porque supone que la gente actuará de buena fe y aplicará los recursos como se les están dando, pero no necesariamente se están generando esquemas de evaluación o seguimiento para que se dé el cumplimiento”.
En esto coincide Alejandra Macías, directora ejecutiva del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), quien precisa que las transferencias directas “no funcionan para un sistema de cuidados”, pues incluso si se les entrega a las mujeres o a las jefas del hogar, se les vuelve a cargar a ellas toda la responsabilidad y la gestión financiera.
“Entonces no se están redistribuyendo los recursos y, segundo, el derecho al cuidado tiene que ver con muchas cosas, por ejemplo, una alimentación sana y oportuna, con ir al médico, con contar con educación, estimulación temprana, contar con techo, con tener ropa; es decir, son muchísimas cosas que no se pueden asegurar con una transferencia”, enfatiza.
Alfredo Camhaji Samra, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM, explica que una de las cuestiones medulares de un sistema de cuidados es entender que su creación implica “un cambio de paradigma en el concepto de la política social. No significa que las transferencias deban eliminarse, por lo menos no del todo, pero sí que debe privilegiarse la construcción de infraestructura, eso es crucial”, explicó.