“La revolución pendiente es la de las mujeres”, asevera Clara Brugada Molina, quien desde hace cinco meses tomó las riendas del Gobierno de la Ciudad de México, el cargo más importante de su trayectoria política, que la enfrenta a retos de gran magnitud, como garantizar la seguridad y el abastecimiento de agua, mismos que trascienden las fronteras territoriales y políticas de la capital del país.
Economista de profesión por la Universidad Autónoma Metropolitana, para ella ser mujer en el ámbito de la política “significa un logro”, pues lo considera el resultado de la lucha de las mujeres que la antecedieron. “Y, por lo tanto, significa también hacer justicia a las mujeres”, comenta a EL UNIVERSAL.
Con esa visión y vasta experiencia en cargos públicos, Brugada Molina se enfrenta a una Ciudad de México en la que habitan más de 9 millones de personas y cada día recibe a otros miles de población flotante que contribuyen a las exigencias propias de una urbe: abastecimiento de agua en un contexto de sequías y cambio climático, garantizar seguridad y gestionar una nueva planeación urbana.
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Son desafíos para los que la mandataria capitalina ha trazado una ruta en sus seis años de gestión y que plantea atender con una visión “metropolitana”, al ser problemáticas que también competen a entidades vecinas como Morelos, Hidalgo, Puebla y Estado de México, con las que ha avanzado en un trabajo conjunto en beneficio no sólo de la capital, sino de prácticamente todo el centro del país.
Algunas de las acciones son la estrategia regional para la prevención, combate y persecución del robo de vehículos y autopartes, presentada en febrero pasado, y la firma de un convenio para la defensa del Bosque de Agua.
Ante los retos hídricos de la capital, Brugada Molina transformó el Sistema de Aguas local en la nueva Secretaría de Gestión Integral del Agua. Apenas llevaba unas horas en el cargo cuando tuvo su primer desafío: atender inundaciones en Milpa Alta y Xochimilco que dejaron cientos de afectados.
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El 8 de octubre de 2024, tres días después de rendir protesta en el Congreso local —acompañada por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo—, y de recibir el bastón de mando que le entregaron pueblos originarios, la jefa de Gobierno, aún con bastón, luego de una cirugía de cadera, recorrió el barrio de Caltongo, afectado por las fuertes lluvias, y viajó en trajinera para hablar con productores cuyos plantíos quedaron dañados.
Respecto a la seguridad, Brugada Molina ha respondido con el reforzamiento de medidas ante hechos violentos, como los dos multihomicidios que tuvieron lugar en febrero en Mixquic y la alcaldía Venustiano Carranza, y más recientemente, la violenta jornada del 28 de febrero, con 14 muertes en distintas zonas, y que la convirtieron en “el día más violento” en lo que va de su administración, como reconoció el jefe de la policía, Pablo Vázquez.
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Camino al Gobierno de la CDMX
Su llegada a la Jefatura de Gobierno, con el respaldo de más de 2.8 millones de votos en una contienda electoral donde era la única mujer, fue la cúspide de una larga trayectoria política y de lucha social a favor de los barrios más pobres de la capital que dio inicio desde sus años de estudiante, cuando, durante su época universitaria, en la década de los 80, se mudó de su alcaldía de origen, Benito Juárez, para irse a vivir a San Miguel Teotongo, en Iztapalapa, una zona sin servicios y con muchas carencias, en la demarcación que años más tarde gobernó.
Su trayectoria política comenzó a los 17 años, con una participación constante en movimientos sociales por la defensa de los derechos de la gente.
Fue dirigente del movimiento urbano Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (UPREZ), del Frente de Defensa de la Sierra de Santa Catarina, de la Unión de Colonos de San Miguel Teotongo, y del Frente Continental de Organizaciones comunales y pacto contra el hambre.
Además, fue promotora y fundadora de la Coordinadora de Mujeres Benita Galeana, y de la Coordinadora Regional de Mujeres del Movimiento Urbano Popular.
Su incursión en la política se dio en 1995, cuando se sumó al PRD como consejera para la comunidad en donde vivía. Posteriormente fue diputada por ese partido entre 2003 y 2006, hasta su triunfo como jefa delegacional de Iztapalapa para el periodo 2009-2012. Victoria que se replicó en dos ocasiones más como alcaldesa en la misma demarcación en 2018 y 2021. También fue legisladora constituyente. Fue fundadora de Morena, partido del cual fue dirigente en la Ciudad.
Con la promesa de “territorializar” la CDMX, su visión de lucha social y la constante búsqueda de cercanía con la gente se ven reflejados en programas como Casa por Casa y Zócalo Ciudadano, en los que —junto a todo su gabinete— sale a las calles y literalmente toca las puertas de los vecinos para preguntarles sus necesidades.
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Para con quienes trabaja todos los días, Brugada Molina es una mujer “que tiene legitimidad y autoridad moral”, además de que es una gobernante que “está en territorio” y que trabaja de la mano con alcaldes de las 16 demarcaciones, sin distinciones políticas, algo que se ha visto en eventos públicos, pues mientras en administraciones anteriores el golpeteo político sobresalió en los discursos de los gobernantes, ella ha estado acompañada de ediles de oposición.
Enfoque feminista
Desde su primer día al frente de la Ciudad de México, Brugada dejó ver el enfoque feminista que pretende impregnar.
Con un llamado a hacer una “revolución pacífica de las mujeres”, en su primer mensaje como jefa de Gobierno anunció la implementación del sistema público de cuidados, con la expansión de estrategias que aplicó en Iztapalapa, como el programa Siempre Vivas y los espacios de cuidados en Utopías.
Cinco meses después de tomar las riendas de la capital, Brugada Molina dice a EL UNIVERSAL que, si bien ha habido grandes revoluciones en la humanidad, científicos y políticas, muchas que han abonado en favor de las mujeres otorgando, por ejemplo, el derecho al voto, paridad de género en las cámaras y representantes mujeres electas por el pueblo, lamenta que “el único papel que no ha cambiado, es el papel de las mujeres en el ámbito privado”.
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“En la Ciudad de México, 38.8% de los hogares censados son jefaturados por una mujer; sin embargo, eso no necesariamente se traduce en un empoderamiento sustantivo o real sobre sus decisiones y sus vidas, ya que aun siendo jefas de familia se invisibiliza el valor social, ético y político que tiene el trabajo doméstico y el trabajo de cuidados que no es remunerado. Por eso digo que la revolución pendiente es la de las mujeres, que [se] reconozca la importancia del trabajo de cuidados que realizan niñas y mujeres”, afirma.
Ha señalado que “no vamos a naturalizar” la violencia contra las mujeres, ni los feminicidios.