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Atrás quedaron los protocolos sanitarios, el cuidar que todos usaran cubrebocas o repartir gel antibacterial. En el Panteón de San Andrés Mixquic, en Tláhuac, anoche miles de personas se congregaron para atestiguar la tradicional alumbrada que todos los 2 de noviembre realizan pobladores del lugar para esperar a sus difuntos.
“Venimos de Costa Rica en tour a este lugar, es una tradición que ustedes tienen muy bonita, pero la verdad no pensamos que viniera tanta gente”, dijo Marisela, una puertorriqueña que en el tumulto se perdió y esperaba a su grupo.
Lo mismo se encontraban colombianos, japoneses, chinos, alemanes y suecos que jóvenes de Polanco que nunca habían visitado esta zona.
“Está bien lejos, es como un pueblo dentro de la Ciudad, es increíblemente bonito”, comentó Renata, quien en TikTok se enteró del lugar y se animó a venir con sus amigos.
“Bájense de la barda por favor, tiene una grieta, está muy endeble y se puede caer”, gritaba una mujer con su chaleco de Protección Civil de la alcaldía Tláhuac, y conminaba a turistas a que no subieran, pues desde ahí era el único lugar donde podían tomar fotos del recuerdo. “Ahora sí se pasaron, llegaron un montón”, remató para luego ordenar el cierre momentáneo de la entrada a la iglesia.
“Así no está bonito, no se puede ni caminar y no respetan. Así ni los difuntos ni nosotros estamos a gusto, queríamos un momento para nosotros solos, hablar con ellos contarles cosas, pero es imposible”, expresó Margarita, quien peleaba con los caminantes, pues la tumba de su madre está en el pasillo y todos pisaban el cempasúchil y la vela que había puesto.
Afuera la verbena: caballos percherones que se rentaban para la foto, catrinas y niños disfrazados. Sobre la calle Plutarco Elías Calles, los espacios estaban copados, quienes podían rentaban espacios de estacionamiento en 100 pesos hasta las 10 de la noche y otros aprovecharon para vender de todo.
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