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phenelope.aldaz@eluniversal.com.mx
La fachada de la casa ubicada sobre la calle Insurgentes pareciera estar intacta, pero es sólo eso, la fachada.
Detrás de la puerta sólo hay un montón de escombros, vidrios rotos y un cuarto que se mantiene en pie de milagro.
Víctor Hugo Díaz observa desde la banqueta a los trabajadores que junto al trascabo, se toman un descanso para seguir con el retiro de lo que por unos 50 años había sido su hogar, el de sus sobrinas y hermanas.
“De repente empecé a sentir como se movieron las cosas y bajé por la escalera para salir con mi mamá —ella ya es un adulto mayor, tiene un poco de dificultad al caminar—, la saqué y vi como el piso se levantó. Hubo un momento en que fue tan fuerte el sismo que nos tiró al suelo, fue cuando todas las bardas empezaron a tronar. Se cayó el tinaco, el tanque de gas, uno se imaginó que se iba a caer la casa al ver cómo salían las grietas. Fue muy horrible”, relata Hugo mientras señala las varillas y tabiques apilados.
La casa de esta familia no colapsó, pero sí quedó inhabitable, según determinó personal de Protección Civil. De entre los escombros lograron sacar algunas pertenencias antes de que comenzara su demolición hace casi un mes, con ayuda del Gobierno de la Ciudad.
“Cuando terminó el temblor abrí la puerta a patadas porque mis hermanas se habían ido al mercado. Cuando salimos vimos las casas caídas, nubes de polvo por todos lados, el gritadero de la gente tratando de sacar a las personas que quedaron atrapadas en la vivienda que se colapsó en la esquina. Fue una situación muy difícil, en ese momento no pensamos en la casa”, recuerda Hugo.
Preferencia. Hugo Díaz y su familia saben que existe un programa de apoyo para el pago de rentas, pero no han logrado tener acceso a este; se enteraron también de la reconstrucción gratuita con ayuda de la Fundación Carlos Slim, pero a este tampoco pudieron ingresar.
“Es una queja generalizada, que hubo una cierta preferencia, si ustedes ven hay casas que ya están construidas, que ya inclusive se les entregaron las llaves, y es tanta la preferencia que algunos incluso todavía reciben apoyo para renta.
“Mientras hay gente que vive en la calle o rentando por su cuenta y no les han dado siquiera el apoyo para pagar en otro lado, como el caso de nosotros. (…) Qué bueno que estén construyendo casas, lo malo que no fue para todos”, reclama Hugo.
Habitante de San Gregorio Atlapulco desde hace años, insiste en que el trato para los damnificados no fue parejo, y las autoridades delegacionales y del Gobierno central han brillado por su falta de información al respecto.