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phenelope.aldaz@eluniversal.com.mx
Los daños que dejó el sismo del 19 de septiembre de 2017 a la casa de Andrés Galicia son evidentes. Las grietas y espacios que hay entre los muros no dejan duda alguna: lamentablemente el inmueble es inhabitable.
Desde el 19 de septiembre del año pasado, Andrés y su familia no volvieron a su vivienda. Los muebles que aun estaban en buenas condiciones los sacaron y ahora viven en con un familiar, aunque en los siguientes días se saldrán de ahí y comenzarán a rentar.
La casa pasó de sus abuelos a manos de su papá por herencia, pero no quedó registrado en ningún documento, y así quedó en manos de él y su familia, pero no hay forma de comprobar la propiedad, pues nunca se regularizó el traspaso.
La falta de certidumbre legal de la vivienda ha derivado en que no tenga acceso a los apoyos gubernamentales de reconstrucción, ni siquiera para demoler el inmueble, el cual es un peligro, mucho menos para poder reconstruirlo.
Aquel martes 19, Andrés se encontraba en casa: “una de mis hijas se estaba bañando, salió, empezaba a temblar. Salimos al patio y ahí fue donde empezó a temblar más fuerte; se cayó la barda, la escalera la quitó, mi hija se cayó con todo y su bebé. Se movía todo, yo nunca había sentido un temblor así”, recuerda.
No tiene duda, lo de hace un año no se compara con el sismo del año 1985. “En los dos cuartos la loza se abrió, se abrieron las paredes, los pisos, el patio. Donde vivía mi hermano igual el piso se abrió, sí hubo muchas afectaciones.
“De hecho el día que tembló no nos quedamos aquí, nos tuvimos que ir a otro lugar, se cayeron las cosas y no sabíamos cómo estaba el problema. Después vinieron ingenieros de la UNAM y nos dijeron que no se podía habitar: ‘mejor váyanse porque si hay réplicas, corren peligro’”, recuerda que les advirtieron.
Ayuda civil. No hay pared de los dos cuartos que no tenga una grieta que cruce de extremo a extremo, sobre el piso aun quedan escombros; unos cuadros viejos y un burro de planchar tapan los hoyos por los que se cuela el sol.
También tuvo acceso al apoyo para renta, pero sólo en un inicio, pues la falta de papeles que demostraran su propiedad evitaron que ingresara formalmente a la Plataforma CDMX.
“No sé realmente qué pasó aquí con mis papás y con mis abuelos que nunca llegaron a arreglar papeles. Mi papá era una de esas personas que si les decía algo, se enojaba. Yo no sabía que los papeles estaban mal”, reconoce Andrés.
Dice que ya recurrió a la Consejería Jurídica, donde lo han asesorado para poder demostrar que el terreno es suyo y con ello poder iniciar con la demolición y reconstrucción del inmueble.