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“No me gustaría que me dieran la noticia de que les pasó al igual a mis niñas”, coincidieron María y Angélica, quienes a pesar de no conocerse, comparten más de lo que podrían llegar a imaginar .
Ambas tienen en común más que una preocupación por sus hijas; las dos son madres solteras y cada una tienen dos primogénitas. Comparten ocupación: son cocineras , también vecinas y tienen 57 años de edad; además han apoyado al Grupo de Acompañamiento Político a la Familia de Lesvy Berlín Rivera Osorio.
El cabello negro de María le llega hasta su cintura y tiene una quemadura en el brazo izquierdo, que de acuerdo con ella, fue por “usar mal” la máquina del pan del local en el que trabaja. La mujer va y viene, con charolas llenas de bolillos, mientras cuenta que tras recibir una plática de parte de activistas se dio cuenta que el novio de su hija “Sofi” no la “trata tan bien” y por ello le exigió “terminar con él, huir de ahí”.
Al lado del local de María se encuentra el de Angélica, mujer delgada quien explica que después de informarse del caso de Lesvy, volvió a perdir a su hija que renunciara a su trabajo. Angélica hizo la petición pues recuerda que Lesvy y su novio fueron compañeros de trabajo en la UNAM y "ahí solo ascienden hombres" por lo que teme constantemente le hagan algo a su hija.
Pese a no conocerse, las dos aseguraron que la protesta del Grupo de Acompañamiento , desde el 9 de septiembre, ha impulsado que vecinas y transeúntes participen y se informen sobre quién era Lesvy Berlín y lo qué es un feminicidio. “Es un espacio de apoyo”, dice Angélica mientras fríe tortillas.
La protesta
Al otro lado de la calle Reforma, pañuelos verdes, arracadas, tatuajes de flores y mandalas se hicieron presentes. Casi 20 mujeres, entre estudiantes, activistas y profesoras se organizaron para repartirse las actividades del día: pegar hojas con los rostros de mujeres asesinadas o cruces, e instalar el equipo de audio.
Para mediodía ellas estaban listas para gritar por octava ocasión: “No fue suicidio, fue feminicidio”. El grito de estas consignas así como las protestas , aseguran, tienen un propósito informativo y, además, así exigen justicia.
Las activiastas consideran que, informando qué tipos de violencia hay, es la única forma en la que pueden tejer redes de comunicación y apoyo entre mujeres y dar cuenta de que la violencia “no debe seguir siendo normalizada”.
Durante la manifestación, algunas se dedicaban a leer poemas y platicar, otras se empeñaban en sacar los hilos y agujas para continuar el bordado de una manta con la leyenda: “Justicia para Lesvy, justicia para todas”. Un apoyo simbólico, dijeron, a la familia Osorio Rivera que busca recordar e informar al público quién era su hija.
Cada una de las siete tejedoras -que confeccionaban la manta- movían sus brazos al compás de un mismo ritmo, constante, inconsciente y con el un mismo fin: se le haga justicia a Lesvy, que su feminicidio no se sume a la inagotable lista de la impunidad. Las tejedoras solo apartan su vista del tejido para hundir sus manos en una bolsa de la que toman algún retazo de tela, un parche o estambre y regresan a hilar.
“Queremos dar a conocer lo que ella significa para sus padres, amigas y creemos que el bordado es una forma de hacerlo porque puede ser hecho por muchas manos”, comentó Alejandra, estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
En este memorial -explicaron las activistas- han participado alrededor de 40 mujeres, entre ellas vecinas de las inmediaciones del reclusorio, a quienes las han informado sobre la historia de Lesvy. “Diario mínimo una presona pregunta quién es Lesvy”, menciona otra activista.
Después del mediodía, el sol concentró al grupo de las acompañantes, como se hacen llamar. Sentadas sobre lonas, bolsas de plástico, paradas sobre las banquetas o recargadas en los respaldos de los autos, las activistas siguieron en la espera del resultado de la sesión del juicio contra el feminicida de la joven Berlín Osorio. El tiempo de espera aumenta y también el número de las congregadas.
“Vine por todas las mujeres que sus sueños fueron cortados por un feminicida”, declaró Marina, mujer de 47 años, quien acudió en compañía de su hija Natalia para a apoyar la vigilia.
Al testimonio de Marina se sumó María del Carmen Volante (madre de Pamela Volante, joven desaparecida desde 2017), Irinea Buendía (madre de Mariana Lima, mujer asesinada en 2010), Joselyn, Karla, Carolina y otras, quienes dijeron “sólo juntas podemos hacerle justicia a las que nos han arrebatado. Hoy no vamos a callar”.
Para las15:00 horas, las mujeres decidieron vociferar sus consignas: “Van a volver, van a volver, las balas que disparaste van volver, la sangre que derramaste la pagarás, las mujeres que asesinaste no morirán” y “porque vivas se las llevaron, vivas las queremos”.
Algunos minutos después, Aracely Orozco, madre de Lesvy se presentó ante las activistas y declaró que durante la sesión se insistió en que las autoridades reconocieran el contexto de violencia en el que vivió su hija durante su noviazgo con Jorge Luis "N" y agregó que los peritajes han confirmado que “Lesvy Berlín Rivera Osorio no se suicidó”.
Por su parte, la coordinadora del Observatorio Ciudadano Nacional de Feminicidio ( OCNF ) y acompañante del caso, María de la Luz Estrada, declaró que luego de que la defensa de Jorge Luis presente sus testigos y pruebas, esperan que las autoridades le dicten sentencia en las próximas dos semanas.
Al final del día y ante la presencia de la lluvia, las activistas comenzaron a desalojar el lugar, no sin antes reiterar que seguirán con la vigilia hasta que el caso se resuelva. Reiteraron que seguirán informando a más mujeres sobre como la violencia puede presentarse en distintas formas, una de ellas y las más grave: la feminicida.