Con 50 años y 32 de trayectoria en el Heroico Cuerpo de Bomberos, Catalina Guzmán comenta que, incluso con un grado de sargento, para ella fue un reto ganarse el respeto de colegas varones.

Explicó que después de 17 años de comenzar en este oficio en la Central de Bomberos de la alcaldía Venustiano Carranza cambió de base a la Estación Azcapotzalco y tuvo que enfrentar a compañeros que la excluían del trabajo.

“Un día uno me encaró, me gritó: ‘Te vas a quedar en donde nosotros te digamos’, pegó en el escritorio y estaba lista para recibir un golpe y aguantarme para ir al MP, pero le dije que iba a salir aunque no le gustara y así lo hice”.

Cuenta que tuvo la oportunidad de ingresar primero a trabajar en el área administrativa de la Dirección de Siniestros y Rescate, luego de dos años empezó su formación de bombero, sólo se encargaba de atender el radio.

“Al principio administraba, pero después me dijeron que iba a salir a operaciones y ni modo, tenía que obedecer y hasta mis papás se tuvieron que aguantar aunque no les gustara”, recuerda Catalina, quien ingresó a este organismo con 18 años y siendo madre de dos pequeños que quedaban al cuidado de sus padres mientras ella cumplía sus deberes.

Asegura que la preparación para el área operativa era igual para hombre y mujeres, aunque algunos ejercicios muy complejos se adaptaron para ellas.

Guzmán contó con melancolía que en sus primeras experiencias en incendios no tenía autorización de bajar del camión por su poca experiencia, pero ella quería apoyar a su equipo y, aunque regresaba llorando a la estación, le gustaba ayudar. Reconoció que los compañeros que la instruyeron mostraron solidaridad.

—¿Ser mamá y bombero al mismo tiempo fue fácil?

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