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Su rostro se muestra serio mientras posa frente a la cámara con un saco inglés azul marino. Porta su placa, gorra y otros complementos del uniforme de la Policía Preventiva de la Ciudad de México para ceremonias y actividades administrativas. Esa fotografía aún la conserva en su perfil de WhatsApp, aunque desde hace más de medio año no ha vuelto a realizar labores de seguridad en la capital del país.
Con 22 años de servicio, esperaba cumplir tres más para tener derecho a la pensión de retiro por edad. No fue así. Arturo Quiroz Torres, ex policía segundo, se siente triste. Dice que dejó una carrera y toda su vida, pues comenzó a los 25 años. Tuvo reconocimientos por remisiones de alto impacto.
“Nunca falté en la policía, puedes ver mi expediente, no metí incapacidades. Nunca tuve problemas de que me denunciaran por extorsión o que robé. Al momento te dicen: ‘¿Sabes qué? hasta aquí llegaste. Ya no puedes trabajar, ya no puedes laborar porque reprobaste un examen’”, platica molesto.
Su último día de labor fue el 25 de enero, recibió una notificación de que no podía trabajar en el sector Morelos por reprobar los exámenes de control y confianza.
Ahora es una cifra más en la lista de los 12 mil 894 elementos de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México (SSP CDMX) que fueron destituidos de enero de 2010 al 15 de junio de 2018; es decir, cuatro al día, de acuerdo con datos obtenidos vía transparencia por EL UNIVERSAL.
Estos números muestran que la secretaría renovó 14.32% de sus fuerzas en los últimos años, puesto que se considera que están en filas alrededor de 90 mil uniformados.
Los motivos de remoción, a cargo del Consejo de Honor y Justicia, indica un informe de la SSP local proporcionado a este diario, son por ausentarse del servicio sin causa justificada, con 8 mil 722 casos; reprobar las evaluaciones de control y confianza, con 2 mil 274, y mil 898 por faltas graves a los principios de actuación policial, establecidos en los artículos 16, 17 y 52 de la Ley de Seguridad Pública de la capital del país.
Gustavo Fondevila, experto del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), resalta que se trata de una cifra muy elevada de destituciones: “Para empezar, es un dato en sí mismo. En ocho años renovaste más de 10% de tu fuerza. Habla de una policía altamente corrupta, de hecho debe haber pocos países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), donde nosotros estamos, que tengan un nivel de recambio policial parecido”, asegura.
En cuanto a los que resultaron cesados por los controles de confianza, se debió a que no aprobaron alguna de las cinco evaluaciones, detalla a su vez, Jael García Ponce, instructora del Departamento de Formación y Selección de la Policía Bancaria e Industrial (PBI). Los exámenes van desde el médico, sicológico y toxicológico, hasta el de polígrafo, además de un estudio sociodemográfico.
La instructora, quien se desempeñó como poligrafista en el Centro Nacional de Certificación y Acreditación, asevera que las evaluaciones están diseñadas para agentes que van a ingresar a la dependencia y para los que ya están en activo, con el objeto de valorar los factores de riesgo.
“Mucha gente cree que el examen poligráfico determina la supervivencia en la policía. En realidad no es así, implica mucha responsabilidad, mucho trabajo profesional de los poligrafistas y un desgaste para el policía. De lo que se trata es de lograr que el agente diga la verdad y que se puedan detectar estos factores de riesgo”, explica.
Policías consultados por EL UNIVERSAL acusan que varias destituciones tras la realización de los exámenes de control y confianza tuvieron el objetivo de despedir a compañeros que han generado antigüedad, y se dieron de manera injustificada.
“Con las nuevas reformas, con el control de confianza, si de verdad fueran para beneficiar a la ciudadanía o a la policía estarían muy bien. Desgraciadamente lo hacen para [correr a] la gente que ha generado más antigüedad. Le dicen: ‘¿Sabes qué?, reprobaste el examen médico porque no ves bien’. ¡Pues es lógico!, como van pasando los años nos vamos desgastando. Ya no podemos correr igual que antes ni vemos igual, el trabajo es muy estresante”, cuenta Antonio Samaniego Teoyotl, policía preventivo.
María Elena Morera, presidenta de la organización Causa Común, coincide con los especialistas, pero agrega que “hay veces en que ellos [los policías] sienten que la destitución fue injusta. Por supuesto que es posible que sea así y en esos casos pueden meter un juicio. Sin embargo, la ley en el artículo 123, capítulo B, fracción XIII [de la Constitución] dice que los policías que son destituidos, aunque ganen el juicio, no pueden volver a ocupar el cargo, lo cual va en contra de la Ley Federal del Trabajo de los Servidores Públicos”.
El artículo puntualiza: “Si la autoridad jurisdiccional resolviere que la separación, remoción, baja, cese o cualquier otra forma de terminación del servicio fue injustificada, el Estado sólo estará obligado a pagar la indemnización y demás prestaciones a que tenga derecho, sin que en ningún caso proceda su reincorporación al servicio, cualquiera que sea el resultado del juicio o medio de defensa que se hubiere promovido”.
Por ese motivo, explica Morera, hay una iniciativa que pasó por la Cámara de Diputados y que debe ir al Senado, en la que precisamente se le vuelve a otorgar este derecho a los trabajadores de seguridad, para que puedan ser restituidos en su cargo.
Antes de su destitución, afirma Quiroz Torres, meses atrás le notificaron que reprobó los controles de confianza; a continuación le recomendaron que consiguiera un abogado.
“Contraté una abogada, Nahiely Salas Romero, y me robó 13 mil pesos. La verdad me confié y no me ayudó. Según me dijo, querían 20 mil más los del Consejo de Honor [para ayudarlo] y ya no tenía dinero”, recuerda mientras muestra las fichas de depósito a la cuenta de la litigante. Contrató a otro abogado, quien le comentó que el proceso sería largo, pero que le cobraría hasta que ganaran.
En otro oficio de transparencia, la PBI informó que destituyó a 968 elementos, por ausentarse en tres ocasiones en un periodo de 30 días naturales sin permiso o causa justificada, de enero de 2011 al 15 de junio de 2018.
Respecto al ausentismo, en ocasiones se debe a que los policías están totalmente desmotivados porque dentro de las corporaciones hay maltrato de los superiores y mucho hostigamiento laboral, cuenta Arturo Azamar, ex agente de la SSP capitalina, quien se dio de baja voluntaria el año pasado.
“Faltaban tres veces en un mes, lo hacían porque ya estaban buscando un pretexto para que les dieran las gracias”, expone.
Otras infracciones que pueden ocasionar la destitución son: no atender la solicitud de auxilio de la ciudadanía; introducir y consumir dentro de las instalaciones de la institución bebidas embriagantes y sustancias sicotrópicas; utilizar la fuerza de forma irracional y desproporcionada, así como la falta de respeto a los derechos humanos que determine la autoridad competente, de acuerdo con el Régimen Disciplinario para el Policía.
Además de las más de 12 mil destituciones registradas desde 2010, la corporación reportó que suspendió a otros 458 elementos.
En los pasillos
En los pasillos de la Unidad de Protección Ciudadana Clavería, en la delegación Azcapotzalco al norte de la Ciudad de México, el policía se topó de frente con Brian Villegas Cusi, subdirector del sector. El alto mando le hizo una reverencia en forma de burla y enseguida lanzó la amenaza: “Ya sé dónde vives y quién es tu familia, atente a las consecuencias”. Semanas antes de ese encuentro con Villegas Cusi, en abril de 2017, Antonio Samaniego lo denunció por extorsionar al personal, pues le exigía cuotas. Los agentes tenían que “entrarle” para matizar la incidencia delictiva. El subdirector, supuestamente, le entregaba el dinero al Ministerio Público.
Los mandos también les pedían dinero para no ir a las prácticas de tiro o por si querían ausentarse un sábado cada 15 días. A los de las motocicletas, patrullas o a pie, les inventaban delitos que habían ocurrido en su zona para exigirles dinero.
“Los mandos abusan de la tropa, que sale a desquitarse con la ciudadanía y a quitarle el dinero. Por esa razón no nos ven con buenos ojos. Pero es con justa razón, la misma policía se lo ha ganado. Yo la verdad he renunciado a todo esto. Lo denuncié en Derechos Humanos, en la contraloría de la secretaría y en muchos lados. Es una cadena y no ha pasado nada”, asegura Samaniego con enojo y añade que por eso lo han hostigado laboralmente.
Respecto a estos casos, Morera expone que sólo se destituye a los de abajo. “Eso es muy injusto. Nosotros tratamos de entrar a ver las quejas de los ciudadanos hacia los policías y cómo se resolvían, porque precisamente de la resolución de estas quejas es que podemos hacer que los ciudadanos puedan confiar más en la policía”, comenta.
Cumplir con el jefe
La hipótesis que tienen en la ONG que encabeza Morera es que los agentes no piden una mordida porque se les ocurra a ellos, sino porque tienen que darle dinero a algún jefe.
“Entonces si alguien va y se queja de que un policía lo extorsionó, asuntos internos debería investigar qué sucedió, hasta dónde llega la corrupción”, argumenta.
Por su parte, Gustavo Fondevila agrega que seguramente los policías que son destituidos pertenecen a los escalafones más bajos, porque no representa costos políticos importantes deshacerse de ellos.
“Mi intuición es que no son jefes, porque es muy difícil que a un jefe que lleva muchos años en la institución lo destituyan o lo corran. Hay mandos que han pasado uno y mil escándalos y siguen ahí, sin ningún problema, sobreviven a todo”.