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El señor Miguel Hernández Gallardo llegó a su última morada con la playera de los diablos Rojos de Toluca, su equipo de futbol favorito.
Con el jersey escarlata sobre el féretro de madera, el pueblo de San Nicolás Tlazala, en el Estado de México, dio el último adiós a don Miguel, quien tenía 60 años y trabajaba en la tintorería de un edificio situado en la delegación Benito Juárez que colapsó hace una semana con el sismo de 7.1 grados .
Sus hijos como Carlos y Miguel, hermanos y sobrinos dieron una batalla de cinco días para buscarlo entre los escombros como parte de los voluntarios que ayudaron a encontrar a las víctimas del derrumbe del edificio ubicado en Petén y Emiliano Zapata, en la colonia Emperadores .
Sus mismos familiares encabezaron el cortejo fúnebre hasta el panteón de San Nicolás, municipio de Capulhuac, a unos 35 minutos de Toluca, capital mexiquense.
“Fuiste un héroe”, escribió Ernesto Sotelo a su tío Miguel en una hoja blanca que pegó en el ataúd adornado con la virgen de Guadalupe y que leían decenas de personas que acudieron a despedirlo.
“El tío Miguel”,
como escribió Ernesto en ese mismo papel, trabajaba desde hace unos 20 años en el área de lavado de la tintorería que funcionaba en la planta baja del condominio de Petén y Zapata, a unas calles de la delegación Benito Juárez, y el 19 de septiembre al momento del sismo habría regresado a apagar la caldera del establecimiento con el fin de evitar una tragedia mayor .
Miguel Hernández fue hallado hasta la madrugada del domingo 24 de septiembre, después del trabajo incansable de cientos de voluntarios, bomberos, integrantes de la Marina y el Ejército, así como perros rescatistas, que antes recuperaron más cuerpos y salvaron la vida a otras personas.
Cerca de las 2 de la mañana del domingo terminó la esperanza de un milagro para que apareciera con vida, pero al mismo tiempo hubo un descanso para la familia al tenerlo de vuelta.
Los familiares que ayudaron o velaron en la zona del derrumbe por cerca de cinco días emprendieron el regreso a San Nicolás Tlazala de donde era originario.
Ahí lo recibió todo el pueblo y lo condujeron hasta el panteón de la comunidad con la tonada de la canción "Mi querido viejo", que eligieron sus hijos.
Liliana Hernández Sotelo, hija de Miguel, refleja cansancio en su voz pero está segura de lo que dice, recuerda a su padre como un hombre ejemplar, responsable, con valores y sobre todo “con amor a su trabajo y a su familia.
“Lo voy a recordar con mucho cariño siempre, estoy muy orgullosa de él”, es el mensaje que envía a su querido viejo donde quiera que esté.