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El profesor Fernando González no podía creer lo que escuchó decir de la aseguradora GNP cuando les informó que su automóvil quedó bajo los escombros del edificio ubicado en Zapata 56. “Dijeron que harían válido el seguro de pérdida total, sólo si sacaba el auto de los escombros y se los llevaba”.
Mientras que Carla Zárate, una profesionista especialista en inventarios, quedó sorprendida cuando el seguro hipotecario del departamento que compró en 2013 con Bancomer, le precisó que éste sólo tenía validez de la puerta de su casa hacia dentro, sin incluir las áreas comunes. El banco se refería a las escaleras dañadas en los primeros cuatro niveles de una torre de 13 pisos de departamentos, ubicada afuera del metro Potrero.
“El seguro de daños asociado a un crédito hipotecario no cumple con la naturaleza o el espíritu de un verdadero seguro de daños”, afirmó en entrevista para EL UNIVERSAL Mario di Costanzo, titular de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef).
“Así como la banca tiene protocolos para casos de desastre, las aseguradoras también deberían tenerlo porque [de ocurrir un nuevo sismo] las pólizas no han cambiado; así que la problemática que hemos tenido en los últimos cuatro meses y medio será la misma”, explicó.
Un balance hecho por la dependencia arroja haber asesorado 991 personas (al 1 de febrero); de éstas, 712 están relacionadas con casos como los de Fernando y Carla. Pero sólo la tercera parte, 295, se convirtieron en queja formal y sus casos fueron turnados a la AMIS (Asociación Mexicana de Industrias de Seguros).
“El conflicto es que no es un seguro de daños sobre tu propiedad, sino sobre el valor de construcción lo cual hace perder muchísimo al usuario. Es decir, no se asegura el valor comercial del edificio o departamento, sino el valor de construcción [conocido como destructible]; éste no abarca cimientos, valor del terreno ni áreas comunes”, precisó Di Costanzo.
Por su parte Fernando destacó que su “carro sigue abajo del edificio, la aseguradora dijo que no podía hacer nada porque no les consta que sea el coche que estoy reportando y que necesitan la evidencia física, pese a que las placas se ven perfectamente bien. Por si fuera poco, me pedían la factura del coche y comprobantes de tenencia que quedaron dentro del departamento que se cayó”.
De esas 295 quejas que hay en Condusef, la tercera parte se relacionan con la negativa al pago de indemnización (equivalente a 18 millones de pesos). Otra tercera parte son de inconformidad con el monto de la compensación, su pago, valuación de daños y tiempo para reparar el bien afectado. La tercera y última parte se refiere al incumplimiento de beneficios adicionales contratados (como remoción de escombros); desacuerdos en la aplicación del pago de ésta, reparación del bien afectado o monto del deducible, entre otros.
“En los casos de pérdida total o colapso del edificio, donde aún quedaba algo por pagar del crédito, todos se resolvieron favorablemente al usuario”, aseguró Di Costanzo.
Hubo quienes tuvieron pérdidas menores como no recuperar la inversión en gastos notariales y/o pagos de una o dos mensualidades de renta. En casos de departamentos comprados al contado hay quien recuperó sólo entre 500 y 600 mil pesos porque, de nuevo, su póliza sólo aseguró el valor de construcción.
“Y entre los deducibles, coaseguro y otros, ya no tuvimos un margen mayor para ajustar en su beneficio”, dijo el funcionario.
Las aseguradoras con mayor número de quejas fueron: BBVA Bancomer, Zurich Santander, Banamex, Banorte, Grupo Nacional Provincial, Axa Seguros y Seguros Atlas.
Ley de condóminos obsoleta
La Condusef precisó que también encontraron que la Ley de Condóminos en la Ciudad de México debe ser replanteada. “Está muy parchada, no es clara, no obliga a ciertas prácticas, incluso no hay penalización por no estar dentro del régimen. Además dice que al establecerse el régimen de propiedad en condominio debe adquirirse un seguro; y en esa generalidad se entiende que está incluido el aseguramiento de áreas comunes, pero las aseguradoras nos dicen que no es así”, agregó.
“Son pocas las casas o departamentos que contaban con seguro de daños contra sismos; casi todos los que lo tenían fue por estar dentro de un financiamiento bancario, de Fovissste o Infonavit. Los casos que ya habían terminado de pagar esa deuda, la posibilidad de tener un seguro era nula”, precisó Di Costanzo.
Sobre este punto el funcionario ejemplificó que en un condómino, un departamento estaba asegurado por encontrarse bajo crédito bancario; pero otro no porque ya estaba acabado de pagar o bien, porque fue comprado de contado. Así que después del 19-S, en términos de aseguradoras, las consecuencias fueron claras.
“Al departamento asegurado conseguimos con el dictamen del DRO (Director Responsable de Obra) que se le diera un porcentaje de dinero para áreas comunes; pero el vecino no asegurado no quiso poner esa misma cantidad de su dinero para dichas áreas. Es un problemón porque si las áreas comunes son indivisas pones al vecino en un dilema ¿Debe reparar una parte de escalera y otra no? ¿Un pedazo de pasillo sí y el otro no? ¿O cómo le hacemos?”, dijo.
Carla habla de los problemas que enfrentó con los ajustadores. “Hubo daños dentro de mi departamento; un arquitecto que contraté valuó éstos en un promedio de cien mil pesos; pero vinieron dos ajustadores del banco, uno valuó los daños en 8 mil pesos y otro en 13 mil, por eso nos quejamos en la Condusef. Por si eso fuera poco la constructora que edificó aquí, Vertical Home, ha cambiado tres veces de razón social. Nos dijeron que están en acuerdos con la delegación Gustavo A. Madero para pagar la quinta parte de los daños en áreas comunes; y que nosotros como inquilinos paguemos el resto”.
Otro conflicto sucedió también en departamentos con diferentes aseguradoras, los ajustadores tuvieron diferencias de criterio y eso afectó las cantidades de dinero a pagar. Lo mismo ocurrió con Cofinavit (los créditos del Infonavit más un banco) donde el ajustador de Infonavit decía una cosa y el del banco otra.
“La asociación debió haber sido más flexible y resolver de forma ágil en lugar de irse a una conciliación. La AMIS debería tener el suyo, contar con acuerdos previos entre aseguradoras para no pedir que una persona saque su coche de los escombros; que simplifiquen trámites y homologuen los criterios para que en un edificio trabaje un ajustador en caso de desastre; desarrollar protocolos de emergencia para situaciones extraordinarias como lo fue el 19-S”, sugirió.
Por eso, Di Costanzo dijo que las mesas de trabajo con la AMIS, la Unidad de Banca y la de Ahorro, la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas, Infonavit y Fovissste (entre otras), deben continuar para desarrollar nuevos productos financieros en casos de desastre.
“Todos trataron de minimizar el tema, no se habían percatado de la diversidad de situaciones que se generaron. Y ahora que ya se entendió el problema es que las pólizas no pueden seguir como antes. Hay que fomentar la cultura del seguro, tampoco debe ser posible asegurar sólo el valor de la construcción.
“En general, los bancos y las aseguradoras no perdieron, tampoco salieron beneficiados. Si no, no hubiéramos intervenido, gracias a estas quejas; hasta donde nos fue posible, todas salieron favorables al usuario. Mucha gente afectada por el 19-S no acudió a nosotros, pero eso es una cifra negra”, expresó Di Costanzo.