María del Rocío Eufracio Pantiga y su hijo Yeshua Eufracio Pantiga, de 7 años

, fueron vistos por última vez el 6 de agosto de 2014. Doña Ernestina, madre de Rocío, los dejó solos en casa alrededor de la una de la tarde, ese miércoles.

Tres horas después, cuando la mujer de 75 años regresó a su domicilio de Cerrada de Hualquila, Barrio Santa Bárbara, en la alcaldía Iztapalapa, ni lamadre, ni el hijo estaban en casa.

SE ESFUMAN.

Doña Ernestina no sabe qué ropa llevaba su hija cuando desapareció y no recuerda cómo estaba vestido su nieto ese día. Lo único que la mujer afirma es que ese día, antes de que ella saliera de la casa, Rocío vestía un pantalón color negro y blusa de manga rosa.

“Estaban normal. Mi nieto jugaba con pelotas o muñecos cuando yo me iba. Me extraña que se fueran porque siempre salíamos juntos. Ese día se me hizo raro que salieran sin mí”, comenta Ernestina.

PAREJA ERA VIOLENTO.

Hace siete años, Rocío regresó a vivir con su mamá. Aunque a su hija no le gustaba compartir datos de su vida, alguna vez le dijo que el padre de Yeshua, gerente de un restaurante de sushi donde ella trabajaba como mesera, era muy violento y que en ocasiones la golpeaba. Ernestina supone que por eso su hija decidió abandonarlo.

Rocío, mujer de 49 años, de complexión delgada, blanca, pelo lacio y castaño claro, cejas escasas y nariz recta, estudió piano en una escuela de música en Xalapa, Veracruz. Se fue al puerto cuando tenía 16 años y su mamá iba a visitarla cada ocho días. Cuando vino a la Ciudad de México conoció a este hombre y vivió un tiempo con él.

ACABA CONTACTO.

El día que se mudó con su mamá, teniendo tres meses de embarazo de Yeshua, Rocío traía un golpe en la nariz que dijo sufrió por “un enfrenón en la micro”. Ernestina no le creyó y supuso que fue un golpe que el padre del niño le había dado.

Fuera de eso, en los siete años que ambas vivieron juntas no se dijo nada más al respecto. Ernestina afirma que el padre del niño no tenía contacto con su hija , quien en últimas fechas trabajaba como maestra de música, dando clases particulares. “Es una mujer retraída, seria, muy culta, le gusta leer libros”, comenta su madre.

Ese día, al ver que ni su hija, ni su nieto volvían, Ernestina fue al Centro de Apoyo a Personas Extraviadas y Ausentes en la colonia Doctores y levantó una denuncia por desaparición. “Me dieron una lista para que yo buscara en los Semefos y fui a varios lugares, pero nada”.

PIERDEN FICHA.

En CAPEA primero le pidieron ir cada ocho días a verificar si había noticia de su hija, después le pidieron ir cada quince. “Luego me decían que mejor fuera cada mes, cada seis meses y un día me dijeron que no existía ninguna ficha o denuncia de desaparición de mi hija. La perdieron y me tomaron otra vez todos los datos. Tuve que volver a hacerla”.

ESTANCADO Y SIN INVESTIGACIÓN.

En diciembre de 2018, se le informó a Ernestina que ya no la iban a atender ahí, que el caso de su hija había sido turnado a la Fiscalía Especializada en la Búsqueda, Localización e Investigación de Personas Desaparecidas , donde el caso está estancado.

Ernestina dice que ningún policía de investigación acudió al domicilio donde vivía con su hija para recabar datos.

Tampoco hubo entrevistas con vecinos que pudieron ver algo. La desaparición de Rocío y su hijo ha pasado inadvertida para las autoridades en las que Ernestina ha dejado de confiar.

Hasta hoy, la mujer sigue buscando a su familia: “La extraño mucho y me preocupa mucho la seguridad de ella y de mi nieto. A pesar de las precariedades con las que vivimos, nada les faltaba. Me gustaría que volvieran a casa o que, por lo menos, me digan en dónde están, si están bien. Imagínense mi angustia de saber si les pasó algo”.

lr.

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