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Tras el sonido de una alarma que irrumpe en el silencio de la estación, comienza una carrera contra el reloj en la que Yeimi tiene que descender por uno de los tubos, colocarse más de 25 kilos de equipo, recoger sus herramientas y subir al camión, todo en un minuto antes de dirigirse a atender la emergencia.
Yeimi Ortiz Aguilar, con más de 16 años de servicio, es una de las 280 bomberas operativas que forma parte del Heroico Cuerpo de Bomberos de la Ciudad de México.
“Ser bombera es una gran satisfacción, porque puedes dar tu vida por los demás y este oficio no tiene límites. Todas y cada una de las mujeres que estamos en el Heroico Cuerpo de Bomberos podemos llegar hasta donde nos lo propongamos”, dice.
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Siguiendo los pasos de su hermano y su esposo, Yeimi tomó la decisión de dedicar su vida a este peligroso oficio. “De ahí surgió la inquietud de unirme también y desde muy chiquita tuve la inquietud de entrar. Podría decirse que es un asunto familiar”.
Yeimi entró al cuerpo en 2008, no sin antes pasar por un curso intensivo de tres meses de preparación en los que se le realizaron exámenes sicológicos, sicométricos, físicos y de conocimiento antes de poder atender su primera emergencia.
Asegura que ha tenido que demostrar cada día su destreza y llevar al límite sus capacidades físicas y mentales para poder estar a la par de sus compañeros varones y ganarse un lugar dentro de la corporación.
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“Cuando yo entré había pocas compañeras y la gran mayoría eran de oficinas. Yo y las compañeras le hemos echado igual de ganas que los hombres a este trabajo y es cierto que a veces se nota la diferencia en nuestra capacidad física, pero la tenemos que compensar con el doble de esfuerzo y destreza (...). Las bomberas hemos aprendido a ser guerreras”, enfatiza.
Yeimi labora en la estación Iztacalco, que es la única de la Ciudad que cuenta con una jefa de servicio, algo que la ha motivado a seguir adelante en su carrera. “Eso es muy bueno para las compañeras, porque nos da la esperanza de algún día poder subir de rango”.
Recuerda que una de las emergencias más difíciles que ha tenido que enfrentar fue el incendio de las oficinas del Metro. “Pude ver cómo una oficial se arrojaba desde el último piso y perdía la vida. Es en ese momento donde tú como bombera tienes que dejar todos los miedos atrás y reaccionar para cumplir tu labor. ¿De dónde sacamos las fuerzas en este momento? No lo sabemos, pero siempre tratamos de arriesgar la vida por los demás”.