Toluca, Méx.— “Vestir niños Dios de apenas un centímetro de altura es un arte”, dijo María de Lourdes Moya , quien se dedica a este oficio desde hace 18 años, y quien junto con Patricia Morales , reabrieron su negocio en el parque Colosio, en la Terminal de Autobuses de Toluca, tras dos años de no haber tenido permisos para laborar.
La señora Moya, quien heredó este negocio de su difunto esposo, aprendió a trabajar como una tradición familiar.
“En este momento los contagios [de Covid-19 ] son muchos, pero es más controlable que en los dos años pasados, por eso esperamos que la gente decida venir, los vestidos están entre los 250 y los 350 pesos . Los dábamos, en 2019, a 180 y 160 pesos, pero el costo depende del tamaño y el tipo”, dijo.
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Reconoció que el precio actual es poco accesible para los bolsillos, pues a ellos les subieron los insumos hasta en 40%, lo que ha impactado las ventas hasta en 50% menos.
“No sabemos si la gente no quiere salir o si el desempleo impide que lleguen”, lamentó.
En el pequeño puesto de lámina que forma parte de los 50 establecidos en el estacionamiento del parque es posible encontrar ropita tejida y bordada de apenas un centímetro, son trajes que piden algunas de las familias que acostumbran vestir a los muñecos que salen en la rosca y algunas figuras diminutas que se han vuelto tradicionales.
La señora detalló que junto a su amiga hace mancuerna para seguir adelante con esta actividad y tratar de afrontar las adversidades que trajo consigo la pandemia, que de entrada, canceló los permisos para su instalación y que luego de dos años, aún deben aplicar todas las medidas preventivas, como dar gel desinfectante y el uso obligatorio del cubrebocas todo el día y la distancia.
Entre los locales se observan pocos clientes, hay quienes preguntan, pero no se llevan nada. En los comercios destacan la vestimenta del Niño Doctor o de la Salud, también los de la Fe y otros, pero en el caso de las amigas Moya y Morales, los trajes diminutos son los más llamativos.
En este negocio es posible encontrar vestimentas que miden desde un centímetro de altura, hasta para los niños más grandes, de 10 centímetros, con variedad de colores como el blanco (el más solicitado) y trajes del Señor de la Misericordia, El Niño Doctor, De la Rosa, de Los Ángeles.
La señora consideró que es una tradición que se pierde más por el costo de los ropones y arreglos que por el desinterés, pues este año tuvieron que elevar el costo hasta en 20%, pues el material subió su precio hasta en 40%.
Junto con ella se encuentran su amiga Patricia Morales, que al ver la curiosidad con la que elabora cada vestido, capa, gorro, los zapatos, los trajes tejidos para las figuras más pequeñas, encontró un motivo para unirse.
Desde el mes de octubre se preparan para adquirir velas, corazones, sonajas, mamilas, chupones, palomitas, el tejido de los trajes, la ropa; algunos de los vestidos los compran hechos y otros los cosen en la máquina. “Casi no tenemos de tela para los más pequeños porque cuestan más trabajo, el tejido me lleva hasta dos días en hacerlos”, contó.
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La señora Moya se dedica a la elaboración de prendas para las figuras religiosas desde hace 18 años.