Me gusta pensar que la primera vez que voy a un restaurante es como una primera cita. De alguna manera, dejo que el lugar me seduzca, ya sea que me cuenten de él, que sus redes sociales me llamen la atención o que, si paso caminando por fuera, algo me haga girar la cabeza. Y Dooriban era ese chico con el que quise tomarme un café en la pandemia, pero nunca tuve la oportunidad, hasta ahora.
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De nombres raros, y deliciosos
Las expectativas son altas y la pregunta siempre es la misma, ¿y si no me gusta? Pero tal como sucede en una cita, tienes que estar ahí para saber. Así que elijo el día, la hora y hasta el lugar donde sentarme. Pido la mesa baja y pongo a prueba mi postura de meditación. El menú inicia la conversación, una que afortunadamente conozco. Kksennip jeon, saengseon jorim O yukgaejang. No sé qué significan pero sé cómo lucen y lo más importante: a qué saben.
Me atrevo a dar el primer paso y ordeno soju [destilado coreano tradicionalmente hecho con arroz, el cual resulta ser el licor más vendido en el mundo y, según un sujeto de nombre Kyungmoon Kim, master sommelier, asegura que el soju está siguiendo los pasos del mezcal, pues hace 15 años nadie lo conocía]. Sin preámbulo ni introducciones, lo bebo y recuerdo su sabor alcohólico y ligeramente dulce, geonbae, o salud en coreano.
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El factor umami
El trago rompe el hielo y, de paso, me abre el apetito. Se abalanza en la mesa un minúsculo set de entradas que consta de pepinillos encurtidos , un cuarteto de láminas de rábano rosa fluorescente y berenjenas marinadas, espolvoreadas con ajonjolí. Con pocos movimientos de palillos y algunos tragos de soju, se termina la entrada. Sin mucha conversación de por medio, me salva la llegada de las alitas. La primera sonrisa. Picositas, calientitas y llenas de umami. Sin miedo al juicio, termino chupándome todos los dedos.
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La música sabrosamente curada, sin k-pop, me provoca abrir el Shazam en un par de ocasiones. Confieso que a estas alturas estaba emocionada por el plato fuerte: bibimbap + huevo y res. Al fondo del plato arroz, sobre él, germen de soya, láminas de calabazas, espirales de zanahoria, cebolla, salsa gochujang y en medio, un huevo estrellado con la yema tierna. Como niña, me divierto revolviendo todo. No es mi alma gemela, pero la estoy pasando bien.
¿Qué pedir para el último tiempo dulce?
Quiero postre. Me olvido de la estrategia de “irme por una emergencia familiar”. De las tres alternativas, opto por yuya choco: chocolate 70% cacao, mermelada de yuja y crujiente de centeno. No pido café ni té, definitivamente no pienso en casarme, pero podría tener una segunda cita. Es momento de emprender la huida y me despido con un amigable beso en la mejilla. Mientras camino, abro mi aplicación y comienzo a dar swipes…
- Dooriban
- Dirección: Tabasco 189, colonia Roma.
- Tel: 5912 0366
- Horario: mié. a dom. 17:00-22:00 hrs.
- Cheque promedio: : $550 pesos
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*Diana Féito es periodista gastronómica, apasionada por descubrir historias. Siempre la encontrarás comiendo algo rico y compartiéndolo en sus redes.