De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), 80% de los alimentos que comemos provienen de las plantas, las cuales generan el 98% del oxígeno que respiramos. Sin embargo, lo preocupante es que dicha fuente enfrenta amenazas constantes y crecientes por plagas y enfermedades.

Incluso la FAO, fundada en 1945, señala que por esta problemática se llegan a perder hasta 40% de los cultivos alimentarios a nivel mundial, ocasionando pérdidas económicas que perjudican a las comunidades rurales dedicadas a esta actividad, además de provocar que millones de personas padezcan hambre.

“Impacta a toda la cadena productiva agrícola: desde el campo hasta la entrada de los productos a los supermercados. Por eso, es relevante hacer patente la

importancia de la salud vegetal. En la actualidad, con el cambio climático y la deficiencia para realizar diagnósticos sanitarios, se ha ido golpeando a la producción agrícola.

“La FAO advierte la pérdida de 220 mil millones de dólares a causa de plagas y enfermedades. Estos datos deben preocupar a toda la población. De ahí la necesidad de hacer algo para que patógenos, insectos, entre otros factores no mermen esta actividad económica”, explica en entrevista con EL UNIVERSAL el biólogo Marcos Espadas Reséndiz, responsable del laboratorio de Fitopatología de la carrera de

Ingeniería Agrícola, en la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán-UNAM.

¿Qué pasa en México?

Para Bonifacio Don Juan Macías, técnico-académico del Jardín Botánico del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el país se ha tratado de evitar, durante muchos años, la introducción de padecimientos o plagas exóticas de otras latitudes y, de este modo, mantener la sanidad de

nuestros vegetales.

Indica que la tarea se lleva a cabo a través de cercos sanitarios o aduanas que se encargan de revisar a conciencia la entrada de productos importados. A su vez, todo lo que se produce en el territorio nacional se exporta bajo ciertas normas en cuanto a los procesos de producción.

“Cada entidad de la República cuenta con un comité estatal de sanidad vegetal encargado de regular las campañas cerco-sanitarias de los principales cultivos. Es así como se forman los cordones sanitarios y, por medio de certificados, nos permiten determinar con exactitud si los alimentos están libres de plagas que pudieran poner en riesgo otros cultivos”, detalla.

En México, el órgano encargado de velar por la Sanidad Vegetal es el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica).

No obstante, el experto recomienda reforzar estas medidas fitosanitarias, aunado a cambiar la forma de producción de los agricultores porque el uso indiscriminado de agroquímicos está provocando que los suelos sean improductivos y que las plagas sean más resistentes. Por ende, se debe cambiar el enfoque.

Por otro lado, Espadas Reséndiz subraya que otro de los asuntos urgentes a tratar en el caso de México es la escasez de especialistas en el tema, lo cual repercute considerablemente en la producción agrícola porque, para aplicar un insecticida, fungicida, entre otros productos, se requiere de un diagnóstico fitosanitario profesional. Si está mal hecho, propicia que la plaga o agentes patógenos generen resistencia.

Sabemos que la producción agrícola es la que más impacta a los ecosistemas y recursos naturales. Es un tema al cual también hay que poner atención”,
Marcos Espadas Reséndiz, responsable del laboratorio de Fitopatología de la carrera de Ingeniería Agrícola de la FES Cuautitlán-UNAM

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