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De los 17 estados productores de vino en nuestro país, seis son los que concentran el mayor número de bodegas, abanderan el enoturismo y promueven su identidad a través de asociaciones estatales:
Baja California
Con siete valles vinícolas y cuatro rutas, se ha consolidado como la Capital del Vino Mexicano, representa el 70 por ciento de la producción nacional, agrupa a más de 260 proyectos vitivinícolas y recibe 850 mil visitantes anuales.
Baja es muestra palpable del vino como impulsor de un turismo sostenible y estandarte de un diálogo enogastronómico posicionado en las máximas guías culinarias. Restaurantes como Fauna, Villa Torel, Lunario y Malva son prueba de ello.
Coahuila
Morada de Casa Madero, la vinícola más antigua de América en funcionamiento continuo, Coahuila tiene un lugar especial en la historia vitivinícola del continente. La asesoría de esta gran pionera ha sido sustancial en el crecimiento de región.
Coahuila suma mil hectáreas plantadas y 40 proyectos vitivinícolas, que se extienden más allá de Parras de la Fuente hacia Alto Parras, General Cepeda, Sierra de Arteaga… ocho regiones en total. Su Ruta Vinos & Dinos fusiona enoturismo y paleontología.
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Querétaro
La capital del espumoso mexicano. Su desarrollo está íntimamente ligado a la llegada de Freixenet (1979): las hectáreas plantadas con variedades catalanas (Xarello, Parellada y Macabeo) dan fe de ello.
Con más de 600 hectáreas de viñedos, más de 40 proyectos vitivinícolas y superando el millón de visitantes por año, Querétaro es el principal destino enoturístico del país. Y, gracias a un proyecto de zonificación, está por convertirse en la primera región mexicana con Indicación Geográfica Protegida (IGP).
Guanajuato
Su crecimiento en los últimos años ha sido exponencial. De no figurar en el mapa, Guanajuato ocupa hoy el cuarto lugar en la producción nacional con 506 hectáreas y 57 proyectos vitivinícolas.
Es el único con una ley estatal de fomento a la actividad vitivinícola, lo que le ha permitido triplicar, en un lustro, su volumen de ventas y afluencia de enoturismo. Aunque son 12 sus zonas productivas, San Miguel de Allende, Dolores Hidalgo y Comonfort concentran la mayor parte en la Ruta del Valle de la Independencia.
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Aguascalientes
Desde 1964 es parte del mapa vinícola moderno, gracias a la pionera Valle Redondo. Pero su resurgimiento llega en 2005, con la aparición de Santa Elena. De sus mil 332 hectáreas plantadas con uva, 205 están destinadas a la producción de vino.
Hoy suma 206 etiquetas y 24 proyectos vitivinícolas, prácticamente todos en la Ruta del Vino, que atrae a 51 mil visitantes por año. Una iniciativa digna de réplica es su Centro de Valor Somos Vid, incubadora que permite dar los primeros pasos en la vinificación sin invertir grandes montos.
Chihuahua
Una de las grandes promesas de la vitivinicultura en México. Además de ofrecer la posibilidad de grandes extensiones para la plantación de vid y poseer prácticamente todo el espectro del índice bioclimático Winkler, es el único estado que recurrió a la teoría antes que a la práctica: estudió en viñedos experimentales las cepas más aptas.
La historia vinícola de Chihuahua en tiempos modernos está marcada por pioneros como Pinesque y Hacienda Encinillas. Actualmente el Estado Grande posee 400 hectáreas y 56 proyectos vitivinícolas en 19 municipios.