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Como si estuviera inmersa en una turbina de avión, el rugir de la campana se apodera del ambiente. Se cuela más de una conversación. Entre las mesas, se deslizan dos o tres platos a la vez soportados por manos desnudas. El espacio permite un movimiento dinámico, ¿será a causa de la pandemia o siempre ha sido de esa forma? Una olla burbujeante y una vivaz parrilla vertical elevan la temperatura, yo no necesito cubrebocas, pero no hay un solo empleado sin el rostro cubierto.
Rodeada de brillantes mosaicos color canela —con más capas de barniz de las que pudiera adivinar—, una de sus paredes recita: “Sabrosos tacos al pastor y de suadero.”, seguido por un número $10.00 enfrascado en un rectángulo blanco. En seis años, la inflación aumento tres pesos su costo, pero cómo atreverse a rehacer tan mítico letrero. Especialmente por la leyenda: Máxima calidad, esa no se mantiene fácilmente.
Ordeno tímidamente una dupla de pastor y otra de suadero . Fracaso como mexicana. Cada tortilla tiene un diámetro de 10 centímetros. Mi plato sería el chico de la secundaria que no ha desarrollado músculos y le gritan flacucho por los pasillos del colegio. La espera se convierte en cuatro pequeños y grasosos círculos de harina de maíz con copia. Cada contenedor resguarda fragmentos de cerdo adobado y res confitada. El cuarteto está generosamente bañado en salsa, cebolla morada y cilantro.
Sin piña, los tacos de pastor te seducen en forma de cilindro. Los pedazos carbonizados de cerdo y las cebollas caramelizadas, entregan un gran dueto, pero esa salsa morita es el ménage à trois perfecto. En un quinteto de mordidas el plato queda vacío. La pareja de suadero aguarda silenciosamente en el plato. Su escaso contenido de proteína me desalienta, pero la mordida es regocijo puro.
El hipnótico borboteo de la olla donde la res se confita por horas, resulta en una carne sutil y suave. Todo este trabajo sería inútil sin la adictiva mezcla de chile de árbol y serrano. Motivo por el que una segunda tanda más de tacos se suma a la orden. Olvidaba mencionar que la paciencia es una virtud en sus mesas, pues a pesar de ser taquería, los empleados se toman su tiempo. Culpemos a las órdenes para llevar que a simple vista parecen las mismas que a servirse en el local.
No estoy lista para irme, una tercera y última tanda arriba a mi mesa. ¡Adiós flacucho! Tras una docena de tacos encima y un intenso aroma a grasa en las manos, emprendo la retirada por un par de cervezas que me hicieron falta para bajar el bocado. Ya sea que esté saliendo al mundo de forma normal o que siga en casa querido lector, ponga en su lista de taquerías imperdibles a La Pingüica . Al fin que esos gastados mosaicos y la cochambre en las paredes no irán a ningún lado. /
La Pingüica
Dirección: Calz México-Tacuba 19-E, Agricultura.
Horario: lun-dom 15-23 h.
Promedio: $150
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