Llega septiembre y, con él, las fiestas patrias. A pesar de que estamos acostumbrados a que todo se vista de verde, blanco y rojo, hay un cuarto color que nos ha acompañado desde épocas prehispánicas y que, lo sentimos y vivimos como símbolo de nuestra identidad… con ustedes, el rosa mexicano.
“Valdiosera decía que vivimos y morimos en rosa mexicano porque, desde que nacemos, lo vemos en los juguetes y, cuando llega la muerte, está presente en el papel picado que acompaña nuestros altares”, cuenta Raymundo Balderas, representante de Ramón Valdiosera, el legendario diseñador, fotógrafo y pintor que creó el concepto mexican pink que difundió la cultura y la riqueza de nuestro país a través de la moda.
Bocetos de Ramón Valdiosera / Cortesía de valdiosera.com
- Aunque Ramón Valdiosera presentó el rosa mexicano al mundo en 1949, este color ha estado en boca de todos desde siempre
Y sí, esta tonalidad, lejos de pertenecer a un catálogo de color, tiene una actitud, una que habla de la forma alegre de los mexicanos y transmite esa energía que otros colores no tienen. Por eso es considerado el cuarto color de México, porque su trascendencia no se queda en el textil, en la artesanía o en la arquitectura de Barragán y Legorreta. Los mexicanos nos lo llevamos hasta al plato, pues ¿quién no se emocionaría ante la experiencia que nos generan las juguetonas obleas, la estridencia de una agua de bugambilia o un provocativo mole rosado de Santa Prisca de Taxco.
Una fiesta de color al plato
El rosa mexicano siempre ha estado presente en nuestra gastronomía, aunque parece que a veces no nos damos cuenta. Lo podemos encontrar desde su forma más simple, aunque no menos compleja, como materia prima. El listado es largo: flores, frijoles, maíces, tunas, garambullos, barras de amaranto, la coloración del muicle, gusanos de maguey, grana cochinilla y un largo etcétera tienen eso en común, un color que delata su naturaleza.
Pero esta tonalidad también la tenemos en elementos familiares y llenos de memoria, como ese tamalito rosa infantil que guardaban celosamente las mamás para nosotros, o en dulces típicos como merengues, cocadas, algodón de azúcar, pepitmotes. ¿Le seguimos?
Foto: photoAC / Pixabay
Para el chef Ricardo Muñoz Zurita, quien nos compartió dos recetas conmemorando este tono de rosa, nos dice que hay una gran presencia del rosa mexicano en nuestra gastronomía. “En la cocina está presente en la comida de la península de Yucatán. No te puedes imaginar un panucho, un salbute, un poc-chuc o una cochinita pibil sin ese rosa intenso que se provoca al marinar la cebolla morada. Y hay mucha más presencia del color de lo que nos damos cuenta.
Está en elementos cotidianos como la salsa de jitomate que solo basta ponerle crema, para que quede de color rosa.”, dice Muñoz Zurita. Nos queda claro que la emoción que transmite al decirnos esto es la misma que la mayoría de los mexicanos sentimos: el rosa está ligado a nuestra identidad y a esa alegría que nos caracteriza.
Poc Chuc de Ricardo Muñoz Zurita / Foto: Adriana Hernández / Vajilla Nugar MX
Pero, si creíamos que sus raíces solo llegaban al comensal en forma de platillo, la coctelería tiene muchas cosas que decir. El rosa mexicano ha saltado a la copa, y aunque lo más lógico es asociarlo al vino del mismo tono, la mixología lo ha retomado para presentar atractivos cocteles, como el Amor de mis amores de Quintonil, con mezcal e infusión de jamaica; o el Mexican Pink, de Mike Fedotovsky, mixólogo y bar manager del Social Club en San Petersburgo, presentado en 2021 en nuestro país con cerezas Luxardo Maraschino.
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