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La semana pasada me encontré con un fascinante artículo dedicado a los destilados y su vínculo con distintos tipos de tabaco.
Confieso, querido lector, que el tema ha cautivado mi imaginación desde hace ya mucho tiempo.
Decía el gran José Navarro, maestro ronero de La Habana, que lo primero que debe tomarse en cuenta al armonizar tabaco y espirituosos es la fortaleza del cigarro puro,
determinada por el equilibrio entre tipos y orígenes de las hojas que lo componen. Los complejos aromas y sabores de un habano, por ejemplo, se hallan en las capas que integran su tripa : “volado” , hoja de tabaco con la menor fortaleza y valorada por su combustibilidad; “seco” , hoja de fortaleza media, la más importante en términos de aromas; “ligero” , hoja de gran fortaleza y fuente principal del sabor, y “medio tiempo” , hoja de mayor fortaleza, proveniente de las capas superiores de la planta de tabaco.
Los puros con fortaleza alta (ligero, seco y volado) acompañan a destilados robustos, con buen nivel de alcohol y franqueza en aromas.
Los puros con fortaleza media (seco y volado) son mucho más versátiles y pueden abrazar tanto a espirituosos jóvenes como a alcoholes de gran complejidad. ¿ Los de fortaleza baja (volado) ?, suelen ser demasiado invasivos con los delicados matices de sus contrapartes líquidas . ¡Evítelos!
En segundo lugar, hay que preguntarse si se desea un maridaje de contraste o uno de armonía, que potencie los aromas de ambos productos.
También es importante considerar el gusto personal; para un bebedor de cognac resultará poco atractivo un maridaje con destilados jóvenes, alcoholes con notas herbales o ahumados excesivos.
¿Combinaciones infalibles…? Los habanos, con denominación de origen y elaborados con tabaco cultivado y manufacturado en Cuba, destacan por su intensidad aromática, sabores suaves a fuertes, y colores claro, colorado o maduro. Típicamente, encuentran armonía con rones añejos o viejos, así como con tequilas añejos o extra añejos.
De tabaco oscuro, robustos y con gran carácter, los puros de Nicaragua son ideales para maridar destilados de uva con paso por barrica, particularmente coñac, armañac y soleras reserva y gran reserva.
En esta unión, los descriptores van de los matices florales y frutales, a sabores especiados, dulces, cremosos e incluso terrosos.
Si apuntamos a República Dominicana, es necesario destacar dos variedades: los de tabaco olor dominicano, mucho más suaves, y los de tabaco piloto cubano y San Vicente, más corpulentos.
Fuera de su intensidad gustativa, los puros dominicanos se caracterizan por sus dominantes perfiles especiados y potentes aromas, que los hacen parejas perfectas de mezcales, single malts y bourbon whiskeys.
¿Mexicanos? Generalmente se elaboran con tabaco San Andrés, piloto cubano y connecticut, variedades que les imprimen aromas bruscos, con notas de establo y tierra.
Los mejores ejemplares desarrollan tonos de madera, gran fortaleza y cuerpo, que combinan idealmente con mezcales blancos, aguardientes sin barrica, cafés de especialidad e incluso bebidas a base de chocolate amargo. ¡Buena sobremesa!