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Hace unos días, Inegi presentó su estimación oportuna del PIB del segundo trimestre de 2019, esto es, una proyección con datos econométricos previa al dato calculado de manera tradicional, mismo que será publicado el 23 de agosto. Con cifras ajustadas por estacionalidad, estimó que en el segundo trimestre la economía tuvo un avance del orden de 0.4% respecto del mismo periodo de 2018 (0.1% respecto del trimestre anterior), de confirmarse esto, es el resultado más bajo para un segundo trimestre en lo que va de la década y muy similar a los datos observados en 2001 y 2002, en el que se observó un decrecimiento de la producción.
Observamos que tanto el sector primario como el terciario registraron ligeros crecimientos del orden de 1.7% y 1%, respectivamente; sin embargo, el sector industrial registró una caída de 1.6%.
Si se analizan los datos del Indicador Global de Actividad Económica (IGAE), también publicado por Inegi, la industria mexicana lleva ocho meses al hilo con caídas en su producción, debidas a resultados negativos principalmente en los subsectores de minería (donde se ubica la extracción de petróleo y sus derivados); en la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos, y la construcción, un sector que ha venido mostrando una dinámica a la baja prácticamente desde hace un año. Por su parte, el sector manufacturero se ha desempeñado de manera muy similar al de la economía en su conjunto, con un crecimiento promedio de 0.9% de enero a mayo.
Esto es, estamos observando que este entramado complejo que es la economía nacional, está trabajando y haciendo el mejor de sus esfuerzos para no reventar en una crisis; no obstante, es notoria la pérdida de dinamismo y es muy posible que se esté estancando.
Si observamos otras variables como el consumo privado, notamos que está teniendo una ralentización respecto del año pasado, creciendo más o menos a la mitad de lo que se registró en 2018. En el caso de la inversión fija bruta, otro indicador relevante, en promedio cada mes ha tenido caídas de -3.1% (medidas a tasa anual) desde noviembre de 2018 a abril de este año.
Otro de los elementos más importantes de la economía mexicana es el gasto realizado por el gobierno federal. Según datos de la SHCP al segundo trimestre de 2019, se observa que hay una disminución en el gasto del orden de 174 mil 484 millones de pesos, respecto del mismo periodo en 2018, explicados principalmente por una disminución de 123 mil 705 millones en gasto programable; 38 mil 299 millones en el gasto de Pemex y de 36 mil 174 millones en las erogaciones de IMSS e ISSSTE, el resto, se distribuye en otros gastos no programables como participaciones y Adefas.
Con independencia de las interpretaciones políticas e ideológicas, los números hasta aquí mostrados dan muestra de un estancamiento e incluso de la fragilidad que muestra la economía mexicana ante un shock externo, por ejemplo, una caída en las órdenes de compra o debilidad de los mercados internacionales.
Con este criterio, la Secretaría de Hacienda ha anunciado un plan para dinamizar la economía con un fondo de 485 mil millones de pesos. Estará enfocado principalmente en proyectos del sector carretero, hidráulico, transporte y desarrollo urbano; créditos al consumo a través de Fonacot, créditos hipotecarios a través de Sociedad Hipotecaria Federal, apoyos a Pymes mediante Nafin y Bancomext; e incluso se adelantarían licitaciones programadas para 2020.
Todo esto enfila a tratar de dinamizar en parte la economía al finalizar el ejercicio, lo que significarían oportunidades para el sector productivo mexicano, en caso de que privilegien al capital nacional. Los retos no serán menores, habrá que esperar los efectos de este impulso al gasto gubernamental y ver cómo se afectan las economías regionales.
Las empresas y asociaciones empresariales en el país deberán estar atentas a los procesos de adjudicación que se han anunciado, demostrar su competitividad y posibilidades reales de entrar a estos procesos como actores relevantes. Es importante, entonces, que las empresas realicen planes de negocio adecuados, identifiquen posibles riesgos y los midan, que desarrollen estrategias para enfocar sus esfuerzos y que aquellos sectores que aparentemente no están considerados en este plan se enfoquen en posicionarse y mostrar su relevancia para la economía nacional.
El clima de negocios podría cambiar y ofrecer mejores posibilidades, pero se requiere estar preparado, hacer esfuerzos e inversiones en conocimiento, en consultoría y en innovación.