La noche del 13 de diciembre Angélica tenía una cena con un grupo de compañeros anestesiólogos. Antes había quedado de encontrarse con Teodoro en la carretera, cerca de la gasolinera para conversar un rato e intentar una reconciliación, puesto que en días previos habían discutido.
Él la citó y se encontraron: Teodoro se acercó al automóvil de su pareja y le pidió que se pasara al asiento del copiloto. Dijo que quería estar al volante por un asunto de seguridad. Ella accedió.
Redacción
Ella lo abrazó, rodeó con sus brazos el cuello del médico, y entonces sintió la primera puñalada en el estómago.
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Teodoro sujetó la navaja en el estómago y después la llevó hacia arriba, hacia el pecho de su pareja. La acuchilló en el corazón, en la boca, metió el cuchillo adentro de su nariz, le cortó las manos, los dedos, le cortó la lengua, y para terminar decidió decirle: “¡Y para que dejes de gritar por tu vida pendeja, puta, desgraciada, te vas a callar!”.