Unos fueron rehabilitados y son utilizados para la cetrería como una forma de mantenerlos en forma y otros tienen trabajo en empresas para controlar especies invasoras, como los tordos
La aguililla surca los aires y cual proyectil se dirige hacia una paloma. Es inevitable. El acechador toma fácilmente a la presa con sus garras, le da muerte y le quita el plumaje.
Redacción
Para la aguililla de seis años de edad es una segunda oportunidad para hacer lo que sus instintos le dictan. Durante los primeros años de su existencia vivió en un taller mecánico, amarrada a una polea, engrasada de las plumas y en muy malas condiciones.
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Los ciudadanos denunciaron el maltrato animal ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y ahora “Peroteña” trabaja en el Museo de la Fauna del Parque Ecológico Macuiltépetl de la ciudad de Xalapa, capital de Veracruz.
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En el museo hay 15 pájaros, desde aguilillas, halcones, zopilotes, gavilanes y búhos, entregados por particulares o donados por la Profepa y la Secretaría del Medio Ambiente. Unos fueron rehabilitados y son utilizados para la cetrería como una forma de mantenerlos en forma y otros tienen trabajo en empresas para controlar especies invasoras, como los tordos.
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Con la “Peroteña” en su brazo, animal que podrá llegar a vivir hasta los 30 años, Sergio Humberto confiesa que con el tiempo los pájaros se convierten como en uno de sus hijos, con quienes sufren y lloran sus logros y desgracias.
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Es una labor que requiere paciencia, tiempo y, sobre todo, amor. Durante seis meses deben salir a cazar al menos una vez a la semana conejos, codornices, palomas, pájaros pequeños, lagartijas y hasta roedores de campo
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Es una de las empleadas más respetadas en la empresa. Su trabajo lo ha hecho con una eficiencia pocas veces vista y ha permitido frenar perdidas de miles de millones de pesos. Su trabajo es disuasivo, pero no duda un solo segundo en atacar y poner orden.