El camino a su última morada, el panteón Las Lomas del puerto de Coatzacoalcos, lo hizo trepado en el camión de bomberos, en el mismo que a los nueve años jugaba a salvar vidas.
“Sabemos que se despidió haciendo lo que más le gustaba: un acto heroico”, recordó uno de sus familiares al decirle adiós al bombero, quien ofrendó su vida para salvar a obreros.
Redacción
Los sobrevivientes y toda la comunidad petrolera del sureste de México conocen la historia de Fredy, el tragahumos que laboraba dentro de la fábrica.
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Cuando sobrevino el primer flamazo en la planta Clorados 3, los trabajadores comenzaron a correr y tomaron las rutas de evacuación para salvar la vida, pero Fredy apresuró el paso a contracorriente y tomó entre sus manos una manguera de agua para tratar de combatir al monstruo que se avecinaba.
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Acostumbrado a luchar siempre a contracorriente, atacó al fuego como lo haría su padre, el agente Emérito Sergio Pacheco. A los pocos minutos, sobrevino la más fuerte explosión que se tenga memoria en la zona sur de Veracruz.
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Y su coraje y fortaleza no fueron suficientes para detener la oleada de muerte que dejó la explosión: 28 muertos y 136 heridos; 24 aún siguen hospitalizados.