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San Pedro Pochutla, Oax..- Juan Marcos Castañeda tenía seis años cuando por primera vez fue consciente de la desnudez . O más bien, que la gente decía que había que cubrir la desnudez.
Originario de la Costa Chica de Guerrero , Juan Marcos recuerda que vivir sin ropa era algo natural en su comunidad y los niños corrían desnudos o “chirundos” casi hasta los seis años. Precisamente fue a esa edad, cuando se mudó a la Ciudad de México , que se enteró que contrario a todo lo que él había vivido, al cuerpo "había que taparlo". Él nunca lo aceptó.
Ahora, ya entrado en los 50, Juan Marcos es uno de los organizadores del Festival Nudista Zipolite , que este 2020 celebra su quinta edición en esta playa del mismo nombre, la única de México donde se puede realizar nudismo de forma lega l.
Zipolite es una playa que se extiende en más de un kilómetro de la costa oaxaqueña y que es empapada por la fuerza del Océano Pacífico. Aunque desde los años 70, con la llegada de la comunidad hippie, se ha tolerado la desnudez, fue hasta 2016 cuando fue nombrada formalmente como la única playa nudista del país. Una playa cuya bandera es la libertad.
Tirados en la arena, haciendo body painting, volando papalotes o simplemente existiendo bajo el sol, una diversidad de cuerpos grandes, fornidos, menudos, delicados; marchitos y turgentes viven esa libertad de Zipolite.
Foto: Fernando Miranda
Viven así, sin la necesidad de cubrir lo que consideran un estado natural del cuerpo. Y conociendo a más personas que comparten esa forma de pensar.
Crece comunidad
Ese 2016, el año que Zipolite alcanzó le título de playa nudista, fue el mismo año en el que por primera vez se realizó un evento que congregó a la comunidad del país que gusta del nudismo, pues hasta ese año, este tipo de festivales sólo se habían realizado en Sudamérica.
En ese entonces Juan Marcos ya llevaba varios años de venir a Zipolite y muchos más de haber adoptado la desnudez como una forma de vida, e incluso desde 2013 se desempeñaba como el presidente de la Federación Nudista de México, cargo que abandonó en 2017.
Desde entonces, muchas cosas han cambiado. Juan Marcos cuenta, por ejemplo, que ahora el festival es organizado por la asociación civil Bi Shieeladi Festivales y Cultura, palabra en zapoteco que significa "viento desnudo", y que fue creada ex profeso el pasado agosto de 2019.
Además, afirma que el evento ha arraigado con fuerza en México y de recibir unos 2 mil visitantes en su primera edición, este año se espera que la asistencia supere los 6 mil, aunque no todos optan por dejar atrás la ropa.
Esa es precisamente otra de las cosas que son diferentes: poco a poco, afirma, se va entendiendo éste estilo de vida. Los primeros años, datos de los organizadores indican que quienes realizaban nudismo representaban apenas entre el 10 y 15% de los asistentes; este año se calcula que los nudistas alcancen hasta 40% del total de visitantes.
Y aunque se cree que son los extranjeros y las personas mayores quienes principalmente son afines a esta práctica, Juan Marcos explica que este festival tiene un 70% de afluencia nacional. El otro 30% proviene de Canadá y Estados Unidos, aunque también hay turismo europeo.
Foto: Fernando Miranda
“Aquí no hay restricción de edad, de clases social o de preferencia sexual. Este es un evento recreativo e incluso familiar”, dice Juan Marcos.
Esa es precisamente uno de los objetivos del festival nudista, que se deje de relacionar la desnudez con el sexo, porque, afirma el organizador, no tienen nada que ver.
“Estamos en una sociedad hipersexualizada donde se utiliza el sexo para vender de todo lo que se pueda y donde se ha construido un mito alrededor del cuerpo: que éste es un objeto de deseo, lo cual no es cierto, sólo está en nuestra cabeza”.
Juan Marcos explica que la muestra de que el festival nudista no es un evento sexual es justamente que pese a que los asistentes están sin ropa en todo momento: al cenar, al hacer yoga, al jugar o al realizar cualquier actividad, nadie está teniendo relaciones sexuales en la playa e incluso se erradican prácticas como el acoso.
“Hay respeto, muchas veces mucho más que en una playa pública donde están todos vestidos”, argumenta.
Lo anterior, abunda, porque la sociedad ha impuesto que el cuerpo siempre debe estar cubierto. “Tenemos el cuerpo, que lo tapamos desde que somos niños y nos enseñan que no podemos mostrarlo porque es algo prohibido, que no está bien hacerlo. ¿Por qué razón? Nadie sabe”.
Esa prohibición, dice, es la culpable de que las personas crezcan con él tabú de la desnudez: “sin poder mostrar el cuerpo, sin poder ver el cuerpo de los demás, de nuestro sexo o del sexo contrario”. Entonces, agrega, es ese deseo de conocer lo que se convierte en morbo, y exacerbado por la sociedad, “llega a la violencia sexual que vivimos actualmente”.
“¿Cuál es la manera más fácil de erradicarla?, dicen algunos que es seguir tapando el cuerpo. Yo digo que no, que la idea es destaparnos y dejar que vean lo que nunca han podido ver y en ese momento el morbo se va”.
A pesar de ello los organizadores reconocen que naturalizar el nudismo no se trata de una labor sencilla. Dicen, por ejemplo, que al propia población local de Zipolite, que es la que se beneficia de la derrama económica que deja el evento, tolera la desnudez pero no la comparten, pues por sus usos y costumbres se trata de algo que reservan para el ámbito privado.
No le falta razón. Alan, un taxista de Pochutla, lo confirma. “Los que se encueran son los gringos o las chilangas, nosotros no, pero lo respetamos”, dice.
Por ello, Juan Marcos anuncia que el siguiente paso es que florezca la semilla de una comunidad nudista asentada en Zipolite, y no que sólo la visite esporádicamente, es una de las próximas metas para seguir venciendo el tabú del cuerpo y naturalizar la libertad de mostrarlo.